La
luz del alba halló, para María,
pinceles
que, en el alto firmamento,
quisieron
festejar un nacimiento,
al
tiempo que su brillo se encendía.
Y
quiso el aire ser, la brisa fría,
aroma
en la belleza de su aliento,
perfume
que la llena de contento
allí
donde el crepúsculo moría.
Y
todo es festejar esa belleza
que
siente la dureza del hechizo
que
sabe preludiar el aguacero.
El
alba corre ya, se despereza,
tejiendo,
como mares de granizo,
la
dulce claridad que en ella espero.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
Una maravilla de soneto, te felicito y aplaudo.
ResponderEliminarSaludos cordiales.