domingo, 26 de febrero de 2017

Un adiós para un amigo





La luz del sol es siempre tan temprana,
buscando, en su callado señorío,
su brillo y su reflejo sobre el río
que el agua ve correr clara y lozana:

la escarcha, con su brillo de mañana,
anuncia, con su llama, su vacío,
y quiere, donde nace el hielo frío,
el alma dar al cielo o al Nirvana.

Teófilo partió, verdad desnuda
que busca una razón en el abismo
y espíritu cuajado de pureza.

Murió su voluntad, mas vive en Buda,
que el mundo puede ser el ostracismo
que justo acaba donde el bien empieza.



2017 © José Ramón Muñiz Álvarez

sábado, 25 de febrero de 2017

No porque el amor lo quiere

No porque el amor lo quiere
ni por más que este suplique
es preciso que publique
todo el daño que me hiciere;
mas, si con ello pudiere
daros algo de alegría,
aquí va la vida mía;
vida de desventurado,
porque vivo enamorado
de una mujer que no es mía.

Suelo pedir de su aliento

los besos que ella respira
para verme vuelto en ira
al no darme ella contento;
mas no me pesa el intento,
que, dicho con sangre fría,
aquí va la vida mía;
vida de desventurado,
porque vivo enamorado
de una mujer que no es mía.

Suelo pedir de su frente

los rayos que trae la aurora,
y ella, que los atesora,
lo niega cínicamente,
mientras me mira, sonriente,
y la mirada desvía,
que aquí va la vida mía;
vida de desventurado,
porque vivo enamorado
de una mujer que no es mía.

Y le pido un bien pequeño

que no suele regalarme,
y yo insisto en empeñarme,
e insiste ella en su empeño,
cuando sus ojos son sueño
y los míos son porfía,
que aquí va la vida mía;
vida de desventurado,
porque vivo enamorado
de una mujer que no es mía.

Y, como es grata mujer,

suelo mirarla a menudo,
y, con mirarla no dudo
que ella es buena de tener.
Mas, me suele responder
que ella nunca debería,
que aquí va la vida mía;
vida de desventurado,
porque vivo enamorado
de una mujer que no es mía.

Insisto en que el riesgo es mío

y ella que de dos replica,
lo que mis sañas implica,
viendo su gesto tan frío,
pues habla con señorío
sobre mi alta alevosía
si aquí va la vida mía;
vida de desventurado,
porque vivo enamorado
de una mujer que no es mía.

2010
© José Ramón Muñiz Álvarez

Poema erótico




“LAS CRINES DEL CORCEL
DEL NUEVO DÍA” O
“EL SOL DUERME EN
LOS VIEJOS
HORIZONTES”
Dirás que quiero estar en las arenas
de playas ancestrales, donde viven
los ánimos violentos que arrebatan
al hombre que se funde en el deseo,
y, sin equivocarte en lo que dices,
sabrás que has ofendido al labio amante
que no quiso escuchar tus comentarios.
Pues no debiste hablar, diciendo aquello.
Dirás que quiero estar embelesado,
sujeto a la melena que se enciende
como ese sol que brilla en lo lejano,
cubierto de la espuma de los mares,
cubierto de tu espuma, si es que acaso
pudiera yo soñar una sirena
en esos ojos tuyos, claros siempre.
Mas no debiste hablar, diciendo aquello.
Y sé que en estas playas hay lugares
en los que no pudieran las estrellas
saber nuestro delito antes del alba,
uniéndonos, perdiéndonos, dejados
a abrazos como siempre interminables,
besándonos, haciendo mil locuras,
pues son locura siempre los amores.
Y no debiste hablar, diciendo aquello.
Y no debiste hablar, diciendo aquello:
hay cosas que no pueden pronunciarse,
pues hieren voluntades de los otros,
y quieren los orgullos que los labios
no puedan pronunciar ciertas palabras,
y es cierto que quería hacerte mía,
mas no tendrás mi voz ni mis palabras,
y no habré de entregarte un nuevo verso.

2014 © José Ramón Muñiz Álvarez



Soneto



La vida quiso el tiempo pregrino
dejar a su destino perezoso,
pues viva vio correr el tiempo hermoso
que luego halló más duro en su camino:

Y vino como siempre ese destino
que se hizo para todos doloroso,
y pudo ser acaso silencioso
el modo sigiloso con que vino.

Fue muerte dolorosa y fue granizo
que hirió el color después de derramada,
borrando el brillo bello primerizo.

El beso silencioso en la nevada
dejó de ser afán y fue granizo,
perdiéndose, dejándose en la nada.

2015 © José Ramón Muñiz Álvarez