lunes, 23 de diciembre de 2013

Soneto navideño para Erich Schagerl


        Dejó su aliento el beso de la helada
que el brillo halló del sol en lo lejano,
crepúsculo de luz, pero temprano,
si es cierto que lo mata la invernada.
        Dejó su voz perdida en la nevada
el aire fresco, el triste soberano
del reino silencioso donde el llano
el hielo mira blanco en la escarpada.
        Las luces declinaron con la enseña
del llanto de las horas invernales
que vieron el color del nuevo día.
        Y vino al fin la llama navideña
que brillo en los palacios celestiales
halló con las estrellas que encendía.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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