El Sueve es un lugar
afortunado, las sierras asturianas lo contemplan, las nieves en las cimas, cada
nube que vuela el cielo y busca nuevos mares. Los viejos asturcones corren
libres, dejando al aire crines esparcidas, al tiempo que recorren los lugares,
huyendo de los lobos en invierno. Y el mar muestra a lo lejos su horizonte, los
verdes y el azul que llena todo, las playas y cantiles majestuosos que caen con
prisa desde las alturas. Asturias sube alegre cada cuesta por valles y laderas,
alcanzando las magnas cordilleras que noviembre verá cubiertas ya, con el
otoño.
2010 © José Ramón Muñiz Álvarez
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