jueves, 15 de enero de 2015

“ERICH SCHAGERL MUATTERL”


ERICH SCHAGERL MUATERL

Dedicatoria-.

          Tras haber visto la imagen de una hermosa anciana, madre del ilustre músico de la Filarmónica de Viena, mi amigo el profesor Erich Schagerl, no puedo dejar pasar la ocasión, pues hasta podría ser de mal gusto dejar correr el momento, y así me dispuse a dedicarle a tan entrañable mujer estos versos que, mirando la blancura y la pureza del cabello de la señora, me vinieron pronto a la mente. Estos dos sonetos, querido Erich, te los envío como el que manda la postal hermosa de un paisaje nevado desde un país extranjero, para cantar la impresión agradable del rostro de esta señora bella, a pesar de la edad, y que desprende ternura a raudales.

Soneto I

          No hallaron en el fuego primerizo
las horas la piedad que negó el cielo,
licuando la blancura de ese hielo
que vio cómo su brillo se deshizo:
          la luz del alba supo en el granizo
dejando, abandonando por su pelo,
la gracia de la llama del deshielo
que quiso su color en cada rizo.
          Y deja su cabello a la mañana
peinar la dama bella, si la mano
del alba corre alegre con apuro.
          La luz se hace destello en ese llano
que admira la blancura soberana
que el campo corre bello, limpio y puro.

Soneto II

          El alba que se enciende y que bosteza
su luz reflejará donde, escondida,
la noche triste busca la guarida
que ofrece entre la sombra la maleza.
          La escarcha que domina la belleza
del campo se deshizo, y, sometida,
un mar de sentimiento fue la vida
del brillo que se alzó con su pureza.
          Mas es la edad la misma llamarada
del alba, si ha de ser todo blancura,
llenando los paisajes del olvido.
          Que encierra en el cabello la nevada
más luz y más color, más hermosura
que un ángel, el placer de haber vivido.

2015 © José Ramón Muñiz Álvarez

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