jueves, 12 de abril de 2012

SAINT MICHEL EN NORMANDÍA


Bajo un cielo despejado

arde la luz del lucero
que saluda al mundo entero,
donde duerme el campo helado.
Reflejándose en el prado
la llama de su corcel,
mira al sol a ese doncel
que avanza por el camino,
donde corre, peregrino
en busca de San Michel.

Por el amor ya rendido
y por sus leyes juzgado,
huye de allí, desterrado,
enterrado en el olvido.
Muchacho de amor vencido
que, sin responderle aquel,
mal pudo vengarse en él,
entre dulce y mortecino,
donde corre, peregrino
en busca de San Michel.

Y, llegado a Normandía,
por la campiña callada,
pisa el prado con la helada
y en ella la luz del día.
Siente la vereda fría,
mira en la costa un bajel,
halla en el cielo el clavel
de un sol que luce mezquino,
donde corre, peregrino
en busca de San Michel.

Y por los bellos senderos
canta sus versos cansados,
los labios enamorados
que creyó claros luceros.
Pero fueron traicioneros
los colores del pincel
cuando soñó por vergel
entre las ramas de espino,
donde corre, peregrino
en busca de San Michel.


José Ramón Muñiz Álvarez
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