José Ramón Muñiz Álvarez
“EL BURLADOR DE
SEVILLA” O “EL RETRATO DE DON JUAN”
(drama escrito en verso y
en un único
acto)
Visite http://jrma1987.blosgpot.com
ESCENA I
En una posada lóbrega, el mesonero y el mozo atienden a don Juan.
DON
JUAN-. Pon, mesonero, un cabrito,
que
lo podamos yantar,
y
el buen tinto del lugar,
que
beberlo no es delito.
MESONERO-.
Es el licor exquisito,
y
es el carnero sabroso,
que,
quien lo bebe goloso,
quien
lo come con placer,
goza
en beber y en comer,
y
halla el sueño y el reposo.
MOZO-.
He de mirar el añejo
que
nos queda en la bodega,
pues
hay vino de la Vega,
entre
lo tinto y bermejo.
MESONERO-.
Vale mirar su reflejo
y
el transparente cristal,
que
ese licor celestial
es
el mejor de la casa.
DON
JUAN-. Venga ese pan que se amasa,
aunque
cueste un capital.
MESONERO-.
A tan noble caballero,
pues
es hombre tan gallardo,
el
mejor vino le guardo,
que
bien vale su dinero.
MOZO-.
No será el vino ligero
para
tan alto señor,
pues
es hombre de valor
y
notable señorío.
DON
JUAN-. Dicen que soy todo brío.
MESONERO-.
No, que no falte el licor.
Porque
el vino es alimento
de
la fuerza y la osadía,
del
vigor, la gallardía,
de
la virtud y el contento.
MOZO-.
El aire, con fino acento,
el
mejor licor embriaga
cuando
su aliento empalaga
con
sus más finos olores.
DON
JUAN-. Beberé hasta los albores
si
ese candil no se apaga.
MESONERO-.
Y es que lo dicta el mandato
de
quien es hombre gentil,
pues
que, siendo tan viril,
se
somete a su arrebato.
DON
JUAN-. Pero si el vino barato
enciende
la gallardía,
llena
el alma de alegría,
quiero
el que vale dinero.
MOZO-.
Al punto vendrá el cordero
y
el vino en la jarra fría.
DON
JUAN-. Beban otros vino aguado,
que
el capricho peregrino
me
hace querer mejor vino
para
saciar mi pecado.
Ducado
sobre ducado,
pagaré
lo que se deba,
mas
el vino que yo beba
ha
de ser de calidad.
MESONERO-.
Decís, gran señor, verdad,
pues
de ello habéis dado prueba.
DON
JUAN-. Vos, mesonero, sabed,
que,
además de bebedor,
hombre
soy galanteador,
y
que también eso es sed.
MESONERO-.
El buen vino, su merced,
ha
de encontrar delicioso.
DON
JUAN-. Digo que soy caprichoso
en
las lides amorosas,
y
en este jardín las rosas
quiero
tomar yo gozoso.
MESONERO-.
Noble sois, y caballero,
con
la furia que, encendida,
hace
más bella la vida
del
valiente pendenciero.
DON
JUAN-. Yo no reparo en dinero
si
un capricho se me da,
pero
el alma aprieta ya,
entre
raros devaneos.
MESONERO-.
Si explicáis vuestros deseos,
todo
es decirlo y ya está.
DON
JUAN-. Una gracia se derrama
y,
alucinando mi vista,
niega
que el cielo me asista,
pues
admiro yo su llama.
MESONERO-.
¿Es esa gracia una dama
de
las que ofrecen provecho?
DON
JUAN-. Es como un clavo en mi pecho
y
quiero su luz primera.
MESONERO-.
Nunca falta una ramera
que
no ejerza con despecho.
DON
JUAN-. Hablo, en fin, de Carolina
de
Bernárdez del Espino,
duquesa
de Puerto Fino
de
la Sierra y de Medina,
quien,
de la reina menina,
prometida
del infante,
ha
de pasar un instante
de
placer y de amorío
con
quien es furia del río
que
desciende delirante.
MESONERO-.
Es mujer de nombradía
y
de alcurnia esa señora,
como
para, sin demora,
querer
su amor en un día.
Y
no quiere compañía,
sino
el más rancio abolengo.
DON
JUAN-. Yo de nada me prevengo,
que
me quiero solazar,
y
en mi amor se habrá de hallar
al
placer de un tiempo luengo.
MOZO-.
Esa señora, señor,
es
de la vieja nobleza.
DON
JUAN-. Bien lo dice su belleza,
que
es ella rosa de amor.
MESONERO-.
No habrá de daros su amor,
siendo
tan alto el linaje.
DON
JUAN-. No me infames, que es ultraje,
y
ha de cruzarte mi espada,
pues
antes de la alborada
la
cobrará mi coraje.
MESONERO-.
Si, sencillo, en tal aserto
os
he osado corregir,
es
porque se ha de advertir
el
peligro que os advierto.
DON
JUAN-. Sé cuidarme, pero es cierto
que
eres un hombre prudente,
y
yo te digo vehemente
que
esa mujer, bella estrella,
ha
de sentir mi querella
y
ha de rendirme su fuente.
MOZO-.
Es empresa peligrosa
conseguir
a esa mujer.
DON
JUAN-. Otra nunca podrá ser,
pues
no hay otra más hermosa.
Quiero
en mi lecho, gozosa,
ofrecerle
la alegría
de
mi valiente osadía
y
mi pasión inconstante:
seré
su mejor amante
antes
de llegar el día.
MOZO-.
Su cuna es la misma altura
y
la protege la ley,
que
ella es parienta del rey,
rica
y noble por ventura.
DON
JUAN-. Pues de tanta galanura
me
he tornado en amador,
y,
por servirla mejor,
en
tenerla yo me ufano,
que,
pues yo soy sevillano,
no
soy menos burlador…
Mas
me siento confundido,
porque
tras esa ventana
miro
la misma mañana
cuando
el sol está escondido.
¿Qué
rayo de luz ha sido,
que
suspendió, siempre puro,
en
ese pincel oscuro,
ese
brillante destello?
Y
qué raro me atropello
al
hallarme en este apuro…
Porque
nunca sospeché
que
tal belleza existiera,
y
la desdicha encendiera
del
capricho que pensé.
Porque
si tantas amé,
tal
amor fue una mentira,
y
ahora mi mente delira
por
un amor verdadero,
pues
que se ofrece sincero
cuando
en mi pecho suspira.
MOZO-.
Doña Marta, señor, es,
hija
del procurador,
mujer
casta y con honor,
la
sobrina del marqués.
DON
JUAN-. Habré de rendirme pues,
que,
viendo tanta hermosura,
no
tiene ya el alma cura
para
el amor y su encanto,
que
del daño soy quebranto
y
del dolor soy locura.
MESONERO-.
Y no es moza casadera,
puesto
que está prometida.
DON
JUAN-. En ello me va la vida,
y
poco importa que muera,
si,
de su amor a la espera,
no
la pudiera tener,
que
el amor de esa mujer
digo
que me ha trastornado,
que
ya estoy enamorado
y
al amor he de ceder.
Porque
se rompe en mi pecho
la
admiración encendida,
la
esperanza de la vida,
el
dolor de mi despecho,
y
siento en mí que es derecho
regalarme
a este volcán,
porque,
vuelto el lubricán,
después
de dar este paso,
no
ve el sol, tras el ocaso,
que
es hombre nuevo don Juan.
MESONERO-.
¿Pero don Juan sois, señor,
en
esta humilde posada
que
no mira la alborada
cuando
amanece el albor?
MOZO-.
Y es famoso en el amor,
por
sus lances amoríos,
el
que luciendo sus bríos
a
tantos les dio la muerte.
DON
JUAN-. Yo soy don Juan, el más fuerte,
dueño
de mil señoríos.
MESONERO-.
¡Hombre rico y gran galán!
Que
nadie más atrevido
con
la muerte supo, esquivo,
ser
burlón como don Juan.
MOZO-.
¡Un auténtico volcán
de
locura y desvarío!
Pues,
si hay que luchar, es frío,
y
si el amor se le ofrece,
lleno
de fuego aparece
cuando
se siente el rocío.
DON
JUAN-. Don Juan soy, el calavera,
el
noble, el rico, el villano,
valiente,
fuerte y ufano,
de
la trifulca a la espera.
Pero
si el amor me hiriera
como
pienso que me ha herido,
soy
un gorrión en el nido,
anhelo
de paz y calma.
MESONERO-.
Pero a mí me dice el alma
que
nunca seréis vencido.
¿Quién
con don Juan la pendencia
le
supiera mantener?
Y
galán con la mujer,
que
es esa difícil ciencia…
DON
JUAN-. Mas me turba la conciencia
la
presencia del amor,
que
no he probado el licor,
y
ebrio de felicidad,
aun
anhelo la beldad
que
ha causado mi dolor.
MOZO-.
No tenéis que repetirlo,
que
ya os precede la fama,
y
no existe alguna dama
que
no deje de decirlo.
DON
JUAN-. Pues a costa de vivirlo,
vivo
quemando el dinero,
y,
con aire pendenciero,
gasto
lo que no me dan,
porque
don Juan es don Juan,
y
es don Juan un caballero.
MOZO-.
Nadie, don Juan, ha ignorado,
vuestro
afán, la voz osada,
la
bravura engalanada
que
os muestra tan animado.
Bien
el retrato ha trazado
quien
dice que sois valiente,
aguerrido
y que, insolente,
sois
quien más sabe de amor.
DON
JUAN-. Diré yo que en mi favor
hablar
suele bien la gente.
MOZO-.
Imperturbable el mirar
que
muestra la noble cara,
la
arrogancia nunca avara,
pues
es digna de admirar.
Quien
os quiera retratar,
en
su página, templado,
describe
a un hombre plantado,
nunca
un villano mezquino,
pues,
aunque sois libertino,
para
vos me habéis ganado.
MESONERO-.
Como acero toledano,
donde
forja acero y plata,
sois
la espada que arrebata
la
vida al más soberano.
Sois
duelista, y nunca en vano
resuena
vuestra amenaza.
DON
JUAN-. Pocos son los de mi raza,
que
soy persona atrevida:
con
peligro de mi vida,
toda
ventura me abraza.
Y
sabe bien mi conciencia
que
mi gracia se resume
en
amar ese perfume
que
desprende toda esencia.
Y
me empuja a la violencia
y
a volverme reñidor
de
una dama su favor,
de
un orgullo el gran linaje,
que
discuto con coraje
si
la riña es por amor.
MOZO-.
Cuentan que España encendía
con
gran rigor vuestra fama,
pues
no queda ya una dama
libre
de vuestra osadía.
MESONERO-.
Se sabe la bizarría
que
cuenta cada testigo,
desde
el noble hasta el mendigo,
si
se os vio la espada en mano.
MOZO-.
Vos sois noble sevillano.
DON
JUAN-. Me dio Sevilla su abrigo.
MESONERO-.
Que muchos, en fin murieron
al
aceptar desafiaros,
que
caro sale retaros
y
pocos sobrevivieron.
DON
JUAN-. Ninguno, pues os mintieron
quienes
tal cosa contaron.
MOZO-.
Dicen que os desheredaron,
pero,
que dándoos igual,
en
la guerra un capital
vuestras
manos encontraron.
MOZO-.
Don Juan, hombre de fortuna
que
visita nuestra casa,
su
de amores no se abrasa
cantando
amor a la luna.
MESONERO-.
Es la ocasión oportuna
teneros
aquí, señor.
DON
JUAN-. Soy la guerra y el amor
en
extraño maridaje.
MOZO-.
Es gusto dar hospedaje
a
un tan ilustre señor.
DON
JUAN-. Nada más bello parece
que
el encanto femenino,
pues
mejor sabe que el vino,
si
en plena noche florece.
Y
cosa buena se ofrece,
bueno
es que me parezca
que
no hay cosa que se ofrezca
como
el más caro tesoro
(dejando
al margen el oro),
si
el ánimo desfallece.
Y,
al burlar a las mujeres,
cumplo
con gusto mi sueño,
porque,
siendo de ellas dueño,
no
me faltan más placeres.
Tras
luchar por sus quereres,
prometiendo
mil veladas,
yo
las dejo abandonadas
en
el plazo de unos días
y,
en tristezas y alegrías,
pronto
serán olvidadas.
Y,
si llena de hermosura,
muestra
desdén y dureza,
eso
es muestra de limpieza,
de
inocencia y de dulzura.
Que
ya la suerte se apura,
y
hallo que soy receloso,
pues
que nada es más hermoso
que
llevar al arrebato
a
una dama con recato
por
un camino gozoso.
Y
es que yo, enamoradizo,
a
las mujeres cortejo
como
quien el vino añejo
prueba
siempre antojadizo.
No
me disgusta el hechizo,
no
importa si triste imploro,
que
es que yo las enamoro
para
buscar la ventura
en
una nueva hermosura
que
he de tener por tesoro.
Que
me siento yo en amores
y
burlo de ser sincero
como
el mayor embustero,
que
sabe pedir amores.
Les
suplico sus favores,
mas,
después de conquistada,
dicta
la corazonada
que
la dama es aburrida,
y
he de buscar enseguida
otra
flor con la alborada.
MESONERO-.
Don Juan, pues, con nombradía,
don
Juan, pues, con honra tanta,
cuando
llena la garganta
del
buen vino que solía.
MOZO-.
Don Juan, que siempre mentía
a
la mujer con engaños,
causando
estragos y daños
a
las doncellas vehementes
que
siguieron inocentes
esos
crueles desengaños.
DON
JUAN-. Pero vamos con el vino,
y
que suene una guitarra
mientras,
bebiendo la jarra,
el
buen carnero termino,
que
es el hambre desatino,
si,
esperando buena mesa,
la
necia impaciencia apresa
a
quien viene aquí a yantar.
MOZO-.
Al punto no ha de faltar.
MESONERO-.
Será el postre gran sorpresa.
DON
JUAN-. Pues servidme los licores.
MESONERO-.
No han de faltar, mi señor.
DON
JUAN-. Si no me embriaga el licor,
menor
mal será el de amores.
Y
en aquellos corredores
ya
admiro, tras la ventana,
una
plebeya lozana
con
quien solazar la tarde,
que
es el ánimo cobarde
si
su ventura no gana.
ESCENA II
El mozo sale por la puerta que va
a la bodega y el mesonero sale por la de la cocina.
DON
JUAN-. No son pocos los dineros
que
en esta tierra he ganado,
y
falta me hace un criado,
que
es de nobles caballeros.
Siempre
van con escuderos
y
con séquito vistoso,
que
un bullicio estrepitoso
reclama
la nombradía,
y
es honra a la bizarría
en
un hombre tan famoso.
Y
es que si entrase al servicio
de
don Juan ese muchacho
de
dicha estará borracho
por
poder mudar de oficio.
Aprenderá
todo el vicio
que
es preciso, que la vida,
corre
apurada y la huida
del
tiempo llega a la muerte,
que
hay que apostar por la suerte
con
la pasión encendida.
No
sabrá decir que nones,
pues
es joven ingenioso,
y
quién sabe si gozoso
se
hará un rompecorazones.
No
le faltarán razones
para
verse agradecido,
que
él mismo tendrá partido
en
mi dinero y ganancia,
que
siempre tiene abundancia
quien
en la guerra ha vencido.
A
España lo he de llevar,
y
conocerá Sevilla,
y
del río, ya en la orilla,
podrá
conocer el mar.
El
arte sabrá de amar,
tendrá
valor en mentir,
y
con gracia seducir
como
el más vil pecador,
si
la gracia del amor
se
lo vinera a exigir.
Grande
será la ventura,
buena
será nuestra suerte,
y,
enfrentados a la muerte,
conocerá
mi bravura,
que
no sé ya si es locura
la
bravura de don Juan,
porque,
con llama y afán,
es
don Juan todo un tornado,
y
pues al punto ha llegado,
mil
damas más lo amarán.
Y
no faltará el acero
para
quien quiera estorbar
mis
licencias al amar,
si
a una dama yo la quiero.
Corazón
aventurero
es
este mi corazón,
que,
al margen de la razón,
se
hace todo demasía
si
puede la fantasía
engendrarlo
en la intención.
Conmigo
ganará fama
y
así podrá prosperar,
y,
en mudando a otro lugar,
querrá
atrapar a una dama.
Viva
el vino que derrama
en
el alma la alegría,
viva
en don Juan la osadía
y
lo ganado en la guerra,
y
viva también su tierra,
puesto
que es la tierra mía.
Que
el plazo de una semana
impone
que emprenda el viaje,
y
llevar el equipaje
no
es digno en quien honra gana.
Quien
de fortuna se ufana
debe
gastar sus dineros,
que
es de nobles caballeros
lucir
grandes esplendores
y
dar gala a los amores,
aunque
son perecederos.
Tierra
dichosa la mía,
ya
que soy buen sevillano,
y
el acero toledano
bien
conoce mi hidalguía.
Sevilla,
que es la poesía,
la
belleza de su brillo,
lugar
donde mi castillo
lucirá
y mi desenfreno,
y
alegría y vino bueno,
en
quien nunca fue sencillo.
Y
ha de ser largo ese viaje,
pero
al cabo he de volver,
que
mi tierra quiero ver
y
reclamar mi linaje,
pues
me ha llegado el mensaje,
de
que, aunque desheredado,
ya
mi destierro ha acabado,
y,
acabado mi destierro,
no
ha de volver como un perro
quien
en la guerra ha ganado.
ESCENA III
Viene el mesonero con el cabrito.
DON
JUAN-. Y viene al fin el cordero
que
es un preciado manjar.
MESONERO-.
El vino habréis de probar,
que
debiera estar primero.
DON
JUAN-. Hay algo más, posadero,
que
yo quisiera saber.
MESONERO-.
Yo, con mi torpe entender,
os
daré satisfacción.
DON
JUAN-. ¿Qué tal mozo es el garzón
que
el vino me da a beber?
MESONERO-.
No os comprendo, buen señor.
Acaso
alguna torpeza
ha
cometido esa pieza,
que
no trae aquí el licor.
DON
JUAN-. No le hacéis vos gran favor.
Lo
quiero para escudero,
y
ha de ver el mundo entero
si
me quiere acompañar,
que
yo lo habré de llevar
a
los lugares que quiero.
MESONERO-.
Es persona de confianza
y
años lleva en el mesón,
pero
es borracho y glotón
y
le falta la templanza.
DON
JUAN-. En eso virtud alcanza
y
pienso yo que es gran arte,
si
sabe tenerse aparte,
cuando
los duelos emprendo,
porque
no es justo, yo entiendo,
que
me sirva a mí y a Marte.
ESCENA IV
Vuelve el mozo con la jarra de
vino.
MOZO-.
Aquí, señor, está el vino.
DON
JUAN-. Tente, chicuelo, un momento,
que,
raudo, mi pensamiento
a
mí llega peregrino.
MOZO-.
No comprendo ni adivino,
solo
pedid, mi señor,
que
si queréis más licor,
con
gran gusto os lo procuro.
DON
JUAN-. Una cosa me figuro.
¿Quieres
ser mi servidor?
Aventuras,
buen dinero,
muchos
viajes por el mundo,
un
porvenir que fecundo
se
te ofrece y es ligero,
porque
el tiempo lisonjero
solo
regala, en verdad,
alguna
oportunidad
a
quien acaso gobierna
un
mesón o una taberna,
ya
que no tiene heredad.
Don Juan empieza a beber buenos
sorbos de vino.
MOZO-.
Señor, me muestro encantado
si
mi servicio tomáis,
mas
quiero que me digáis
cómo
en mí os habéis fijado.
DON
JUAN-. Por tu ingenio espabilado
y
porque hablas castellano
en
esta tierra, que en vano
he
de hallar a otro mejor.
MOZO-.
Os he de servir, señor,
como
al mejor soberano.
Poco a poco, don Juan va comiendo
del cordero que le han servido.
DON
JUAN-. Pues eres acaso un hombre
que
muestra talento fino,
hoy
risueño es el destino
con
tu suerte, y no te asombre.
Mas
ahora dime tu nombre,
que
te sepa yo llamar.
MOZO-.
Peter me suelen nombrar,
que
eso es Pedro en castellano.
DON
JUAN-. Puedes, Pedro, estar ufano,
que
me vas a acompañar.
Verás
duelos y amoríos,
borracheras
y emociones,
pendencias,
duelos, traiciones,
locuras
y desvaríos.
Que
nunca fallan los bríos
ni
se enfría la pasión
en
quien hace la pasión
ser
más fuerte que un volcán.
MOZO-.
He de seguiros, don Juan.
DON
JUAN-. Me lo daba el corazón.
MESONERO-.
Tiene el muchacho, don Juan,
buenas
dotes y es agudo,
que
en lo que hizo falta pudo
aprender
el perillán.
Era
un pobre ganapán,
y
ha trabajado a mi abrigo,
y
años lleva ya conmigo
en
el mesón que aquí veis,
y
espero que lo llevéis.
MOZO-.
Mesonero, yo os bendigo.
DON
JUAN-. Pues está ya a mi mandado,
y,
pues soy derrochador,
yo,
como buen pagador,
la
soldada he triplicado.
Y,
si os dejo sin criado,
quiero
daros, mesonero,
ya
que soy un caballero,
una
buena recompensa,
pues
es mi fortuna inmensa
y
no me falta el dinero.
MOZO-.
Ha de ser buena la vida
con
tan noble caballero.
DON
JUAN-. Buena ha de ser y encendida
como
el valor de mi espero:
que
lo disfrutes espero,
porque
será tu existencia
placentera
y, en conciencia,
no
ha de faltar la aventura.
MOZO-.
Juego, bullicio y locura…
DON
JUAN-. Pero nada de abstinencia.
Buscar
amor y emociones,
burlar
a tiernas doncellas,
acariciar
las estrellas
al
trepar por los balcones.
MOZO-.
¿Todo es romper corazones
y
olvidar al otro día?
¿Todo
es buscar la alegría
y
mostrar valiente empeño?
MESONERO-.
Todo es ser del amor dueño
y
mostrar gran gallardía.
¿Quién
fuera joven de nuevo
y
tuviera la arrogancia
para
partir hasta Francia
como
valiente mancebo?
Que
en los años que yo llevo
de
mesonero, he sentido
todo
este tiempo aburrido,
algo
ruin y cotidiano.
MOZO-.
¡Viva el desorden mundano!
¡Viva
el loco sinsentido!
DON
JUAN-. Y, pues estás contratado,
probarás
tu bizarría,
haciendo
una tercería
y
obedeciendo el mandado.
Una
carta he redactado
que
habéis de llevar a Marta,
y,
en entregada la carta,
otra
para Carolina
llevaréis,
que es cosa fina
de
la que el diablo me aparta.
MOZO-.
¿Son esas cartas de amores?
MESONERO-.
Mal haces en preguntar…
DON
JUAN-. Déjalo, que ha de mirar
como
los murmuradores.
La
carta es de amor, señores,
y
lo cierto es que yo sé
quién
quiere saber y qué,
porque,
si hube de escribirla,
no
me importa repetirla
en
voz alta, digo a fe.
El mozo despliega el papel.
MOZO-.
En verso viene el escrito:
“Doña
Marta, gran señora,
llama
de luz que enamora
con
dureza de granito,
he
de sentirme maldito
renunciando
a tal amor,
pues
que me causa dolor,
daño
me hace la alborada,
cuando
al ver vuestra mirada
me
refleja su color”.
Buen
inicio, señor mío,
que
eso es saber escribir.
MESONERO-.
Raro verso he de decir,
todo
pasión y amorío.
Son
versos llenos de brío.
DON
JUAN-. Son los veros que ha de hacer
quien
pretende a una mujer
y
entrar quiere en su aposento.
MOZO-.
Es un alto pensamiento.
DON
JUAN-. Y pensar es menester:
La
mujer es exigente
en
cuanto a la cortesía,
pues
la pide cada día
de
la forma más vehemente.
Si,
se habla de amor ausente,
es
cuando ella se enamora,
y,
rendida la señora,
se
dispone a dar su amor,
confiando
en el amador
que
ha de dejarla a la aurora.
Y,
como soy todo amores
y
quiero la variedad,
nobles
damas en ciudad
busco
en los alrededores,
si
no son de los pastores
las
hijas lo que yo quiero,
que
quiere el primer lucero
que
nace con su granizo
enredarme
con su hechizo,
si
mayor amor espero.
MESONERO-.
¿No es en vano?
MOZO-.
¿No es alarde?
DON
JUAN-. Son cosas del corazón,
que
levanta la pasión
en
quien nunca fue cobarde.
MESONERO-.
Y ve ya, que se hace tarde
a
cumplir con tu recado.
DON
JUAN-. Bueno el vino me has buscado
y
he de probarlo gozoso,
pero
tú ve presuroso
y
cumple con lo mandado.
MOZO-.
Tengo una duda, don Juan
sobre
lo que debo hacer.
DON
JUAN-. Presentarte a esa mujer,
que
las diez al punto dan.
MOZO-.
¿Le diré que sois galán
y
un caballero de pro?
DON
JUAN-. Cuéntale bien quién soy yo,
mas
no digas la verdad,
que,
engañada la beldad,
querrá
mi amor.
MESONERO-.
¡Cómo no!
MOZO-.
Mas ella estará en su casa
y
en ella tengo que entrar:
no
me han de dejar pasar.
DON
JUAN-. Quién quiere entrar siempre pasa…
MOZO-.
Parece cosa de guasa,
que
no está abierta la puerta.
DON
JUAN-. Si la puerta no está abierta,
del
jardín a la ventana:
que,
si llega la mañana,
por
el amor caerá muerta.
ESCENA V
Vase el mozo.
DON
JUAN-. ¡Buen muchacho, vive Dios!
¡Y
hará conmigo carrera!
MESONERO-.
Del talento así se espera.
DON
JUAN-. ¡Bien lo esperamos los dos!
Y
he de deciros a vos,
que
del trato estoy contento.
MESONERO-.
Os lo lleváis y lo siento,
Pero
bueno es para él.
DON
JUAN-. El mundo será un vergel,
le
dará conocimiento.
Y
sabrá miles de cosas
su
agudeza, si es que es fina,
y
aprende que cada esquina
tiene
cosas deliciosas.
MESONERO-.
De mujeres amorosas
y
de finuras galantes
dicen
mucho los amantes,
pero
de eso sabe poco.
DON
JUAN-. La cordura cura al loco
con
esos pasos errantes.
Mas
digo que algo en la mesa
adivino
que me falta,
que
acaso la sed me asalta
y
la boca vil me apresa.
Y,
si es el vino promesa,
buen
mesonero, más el vino,
con
su sabor peregrino,
pues
se acaba, y yo quisiera
beber
yo de esta manera
más
licor, que está divino.
Que
no sé yo la cosecha
de
este vino generoso,
vino
afrutado y sabroso
que
el paladar no desecha.
MESONERO-.
Acaso la sed acecha.
DON
JUAN-. A probar más yo me obligo.
MESONERO-.
Y beberéis, don Juan, digo,
si
queréis, toda la Vega,
pues
es rica la bodega,
que
soy de ello buen testigo.
ESCENA VI
Va el mesonero por más vino. Llega
Mota.
MOTA-.
¡Por el cielo, sois don Juan!
Don
Juan, el hombre de fama,
el
que no deja una dama,
pues
es hombre y gran galán.
DON
JUAN-. Son los rumores que van
y
vienen desde Sevilla.
MOTA-.
No existe ciudad ni villa
ni
lugar en lo profundo,
que
no sepa, en un segundo,
del
burlador de Sevilla.
DON
JUAN-. No se habla menos de Mota,
gran
borracho y quimerista,
que
escribe versos de artista
y
a las mujeres derrota.
Pues
siempre el vino se agota,
esperaréis,
buen vecino,
a
que me traigan mas vino
con
que os pueda convidar.
MOTA-.
Sed traigo y he de aceptar.
DON
JUAN-. Será vino del más fino.
¿Y
en tierra flamenca estáis?
MOTA-.
Como que estoy ante vos.
DON
JUAN-. Celebrémoslo, por Dios,
y
contadme dónde vais.
MOTA-.
Si un momento me escucháis,
os
digo al punto el relato,
que
vengo con arrebato
por
las iras del amor.
DON
JUAN-. Donde vais sois gran señor.
MOTA-.
Vengo yo por un retrato.
Se
trata de una mujer
con
la que estaré en amores,
si
lo quieren sus primores,
antes
del amanecer.
DON
JUAN-. Decidme qué vais a hacer.
MOTA-.
¿Y qué he de hacer? ¡Conquistarla!
Fue
el capricho de ganarla
ver
su retrato en Madrid.
¿Pero
y vos, don Juan? Decid.
DON
JUAN-. Esta guerra hay que ganarla.
Y
estando desheredado
por
llevar tan rara vida,
aquí
me vine enseguida
para
hallarme afortunado.
Soy
un hombre adinerado
a
costa de mil botines,
y
amando a los querubines
que
a Flandes vienen de España,
me
tenéis en tierra extraña,
cazando
mil serafines.
Mas
volver quiero a Sevilla,
y,
pasada una semana,
al
despuntar la mañana,
haré
viaje.
MOTA-.
Es maravilla.
DON
JUAN-. Pronto miraré la orilla
de
su río junto al mar,
donde
puedo enamorar
mil
mujeres a la vez.
MOTA-.
¿No sois la misma altivez?
DON
JUAN-. Amando me han de enterrar.
MOTA-.
¿Y qué nuevas de la guerra
serán
las que referir?
DON
JUAN-. Poco se puede decir
de
lo que tiene esta tierra.
MOTA-.
De modo que ya se cierra
otro
ciclo de batallas…
DON
JUAN-. Con suspiros y malhayas
acaban
ya los combates.
MOTA-.
No estoy yo para debates,
entre
hielos y grisallas.
Y
sí que esta tierra es fría.
DON
JUAN-. Hay riqueza y bien se gana.
MOTA-.
¿Conocéis al de Pastrana?
Viajará
a España en su día.
DON
JUAN-. ¿Pastrana? Sé de su tía,
hermana
de un salmantino.
MOTA-.
Pues juntos, bebiendo vino,
que
es costumbre señorial,
tanto
vino le hizo mal,
su
rostro se hizo mezquino.
DON
JUAN-. ¿No lo pasó la garganta?
MOTA-.
Le trajeron un recado,
y
la venganza ha jurado
por
s hermana, que era santa.
DON
JUAN-. Es cosa que no me espanta.
MOTA-.
La tal dama es don Elvira.
Será
verdad o mentira,
pero
dicen que al finar
suspiró
por Montemar.
DON
JUAN-. Quien muere siempre delira.
MOTA-.
Montemar es mujeriego,
que
es un hombre tal cual vos.
DON
JUAN-. No lo quiera el mismo Dios,
que
yo soy el mismo fuego.
MOTA-.
Gran hombre, le gusta el juego,
y,
pues es gran jugador,
sabe
jugar al amor
con
la inocencia sencilla,
que
él, como vos en Sevilla,
es
valiente burlador.
ESCENA VII
Llega el mesonero con más vino.
MESONERO-.
Aquí está el vino, señor.
DON
JUAN-. Pues hará falta más vino.
MESONERO-.
Bajo por él, que adivino
que
sois un gran bebedor.
DON
JUAN-. También él quiere licor,
y
el mejor de la bodega.
MESONERO-.
El buen vino de la Vega
lo
hago traer desde España,
que
es cosa que nunca engaña
ese
vino delicioso.
MOTA-.
He de tomarlo gozoso,
pues
el vino nunca daña.
DON
JUAN-. Y que venga el buen cordero,
carne
de gran calidad.
MOTA-.
Gracias, don Juan, yo, en verdad,
el
cordero no lo quiero:
alguna
dama prefiero
y
poderla cortejar.
DON
JUAN-. Con todo, podéis cenar,
que
muy bueno es ese asado,
como
el vino, que he notado
que
acaso os hace soñar.
Cordero,
no se hable más,
que
este cordero es divino,
acompañado
del vino
que
nos brinda Satanás.
MESONERO-.
Un momento, he de ir atrás
para
tenerlo dispuesto.
MOTA-.
Decidme pues vuestro puesto
entre
las tropas del rey.
DON
JUAN-. El que me otorga mi grey,
mas
nada se pierde en esto.
ESCENA VIII
Se va el mesonero otra vez.
MOTA-.
¿Cómo andáis en amoríos?
DON
JUAN-. Quiero yo la variedad,
porque
no es frivolidad
desdeñar
amores míos.
MOTA-.
¿De duelos y desafíos
que
os pudiesen perturbar?
DON
JUAN-. Ya conocéis mi vagar
por
los mundos extraviados,
que
los muertos enterrados
poco
me pueden dañar.
Pero
me fui de Sevilla
y
hube de irme yo enojado,
no
por ir desheredado,
que
no es en mí gran macilla.
Pero
existe allí una villa
y
una moza casadera,
que,
ya para primavera,
contraerá
su matrimonio.
MOTA-.
Pero vos sois un demonio
y
no os importa la espera.
Esos
raros desposorios
jamás
se celebrarán,
me
imagino yo don Juan,
si
no faltan los tenorios.
DON
JUAN-. En los altos promontorios
del
lugar la conocí,
mi
regreso prometí
y
ella dijo que era mía
si
antes del caso volvía.
Quiero
saber si es así.
MOTA-.
Otro roto corazón…
Qué
mujer desventurada,
porque,
tras ser conquistada,
sentirá
gran desazón.
DON
JUAN-. Ha de sentirla en razón
a
que soy quien la conquista,
y
este loco quimerista,
tan
cálido como frío,
ya
domina su albedrío,
que
es del amor un artista.
MOTA-.
No lo hacéis mal, eso es cierto,
mas
yo también he sabido
enloquecer
con Cupido
a
una dama en desconcierto.
La
poesía es acierto
que
permite franca entrada
en
el alma desolada
de
una inocente mujer.
DON
JUAN-. Bien me imitáis, es de ver,
en
el amor y en la espada.
MOTA-.
Sois vos, don Juan, muy bizarro.
DON
JUAN-. No ha de faltarme alegría,
que
hablo yo de bizarría
como
subido en un carro.
Yo
no estoy hecho de barro,
y
a fuerza de ser valiente,
muerte
doy al que me afrente,
si
alguien me afrenta, atrevido.
MOTA-.
Sois, don Juan, todo un bandido.
DON
JUAN-. Soy galán e independiente.
ESCENA IX
Llega el mozo.
MOZO-.
Mal, don Juan, en la aventura,
he
salido yo parado,
pues
los palos he probado,
la
fiereza y la bravura.
DON
JUAN-. ¡Qué circunstancia te apura!
MOZO-.
Que me admiro maltratado,
que,
al llevar vuestro recado,
quienes
hacen el servicio
me
sorprendieron.
DON
JUAN-. Es vicio
estar
tan desavisado.
Mota y don Juan se ríen del
muchacho.
¿Pero
viste a la doncella
para
quien era el envío?
MOZO-.
Su padre mostró su brío,
pero
verla no pude a ella.
DON
JUAN-. No, no ha visto mi querella
ni
el amor que le escribí.
Descansa
y siéntate aquí,
que
veo que te han molido.
El joven se sienta donde don Juan
le señala.
MOTA-.
Es un joven decidido.
DON
JUAN-. ¿Quieres vino?
MOZO-.
Señor, sí.
DON
JUAN-. Has de esperar un momento,
que
el vino tardará un poco.
MOZO-.
Ya no siento lo que toco.
MOTA-.
El vino te dará aliento.
DON
JUAN-. Sin embargo estoy contento:
fracasaste
en lo mandado,
mas,
atrevido, has logrado
más
que el mismo Satanás.
MOTA-.
Con el tiempo aprenderás.
MOZO-.
Mirad cómo me han dejado.
DON
JUAN-. No habrá de darte coraje,
que
la fuerza de mi espada
ha
de ser desenvainada
para
vengar el ultraje.
MOTA-.
Lo pide vuestro linaje,
ya
que vuestro servidor,
por
defender vuestro amor,
ha
salido maltratado.
DON
JUAN-. Lo pide mi fuego airado:
¡yo
soy don Juan, el mejor!
Y
ahora, mozo, serena
esos
nervios, desazón
que
humilla tu corazón
y
tu razón envenena,
que
hoy verá la luna llena
el
pago que me darán,
esos
que arrancado te han
a
golpes el duro cuero,
que
sabrán de un caballero
y
el caballero es don Juan.
2012 © José
Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario