No digáis que el febril abandono
en que quedan las tierras es triste,
pero acaso se deja al abismo
el recuerdo de aquellos momentos:
el enero que llena de escarcha
las colinas y bosques del reino,
el silencio que gime a la noche,
sospechando las nuevas ventiscas,
el dolor de los viejos espíritus
que imaginan las gentes del campo,
esos duendes que nadie conoce
y que pueblan las mentes de todos.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
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