viernes, 14 de febrero de 2014

Diálogo amoroso



 
José Ramón Muñiz Álvarez
Diálogo de Lorenzo y Ordoño” o “No es el amor sentimiento
(Diálogo amoroso entre donaire y galán para
solazar estos tristes días de
invernada)




ORDOÑO-. No es el amor sentimiento
que nos mate con aviso,
que, si viene de improviso,
ese es gran atrevimiento.
LORENZO-. A fe, mi señor, que siento
que el amor os dé tal pena.
ORDOÑO-. Pues, si al más noble envenena,
sabe bien causar despecho,
porque, si vive al acecho,
con su maldad me enajena.

LORENZO-. Con sus crueles fechorías,
quiere herirnos el amor,
que nos llena de dolor
y de esperanzas vacías.
ORDOÑO-. Al correr las horas frías,
me hallo hundido en la tristeza.
LORENZO-. Es un signo de nobleza
un amor que se engalana
con la tristeza temprana
del que siente su dureza.

ORDOÑO-. No es halagüeño mi estado,
pues que me siento morir,
ya que el pecho ha de sentir
este peso desdichado.
LORENZO-. Yo, mi señor, de otro lado,
digo que siento el amor.
ORDOÑO-. Es ese un flaco favor,
y mal te quiere Cupido,
pues, si no eres distinguido,
no ha de dañarte el amor.

LORENZO-. Pues que soy pobre en la villa,
quiere el amor, con su hechizo,
que me enamore un chorizo
y me embruje una morcilla.
ORDOÑO-. ¿Y no es rara maravilla
esa que dices sentir?
LORENZO-. Mi vida es un sinvivir
a costa de tanta hambruna
que hace ocasión oportuna
tales amores decir.

ORDOÑO-. Pues no es el amor, amigo,
esa pasión por la gula
que el estómago estrangula
y hace más grande el ombligo.
LORENZO-. Como el pobre yo mendigo
por amor y caridades.
ORDOÑO-. No son buenas ansiedades
en quien sirve un caballero
hablar del amor primero
y decir vulgaridades.

Y, pues lo quiere el amor,
con vivir en este estado,
me confieso enamorado,
sometido a su rigor.
Y, pues triste es su dolor,
se confunde con lo bueno,
que hay quien dice que es ameno
ese tiempo que ha sufrido
la humillación del vencido,
su maldad y su veneno.

LORENZO-. No está lejos el mesón,
y mi espíritu imagina
cómo, con calma, cocina
el cocinero el cabrón.
ORDOÑO-. Es comer baja pasión
y es un antojo maldito.
LORENZO-. Pues huele bien el cabrito
que cocina don Hernán,
pues especias le echarán
para abrir el apetito.

ORDOÑO-. Y lo que es en mí el amor
es en ti puro comer,
que el alimento ha de hacer
en tu tripa gran favor.
LORENZO-. Tengo al chorizo fervor,
y le rezo a los jamones
ORDOÑO-. Las más altas devociones,
se admiran del alma herida
por la falta de comida
que es común en mil naciones.

Mas, pues el amor abriga
al que vive sin abrigo,
en sus manos me fatigo,
esperando lo que diga.
Y no importa que maldiga
sus alas el más prudente,
ni su mirar inclemente
con que causa mayor daño,
porque sabe que su engaño
débil hace al inocente.

Que, inocente en su poder,
inocente en su maldad,
digo que es barbaridad
la maldad de una mujer.
Y es preciso convencer
al instinto y la prudencia
de que nunca tuvo ciencia
el amor en sus razones,
que son todo desazones
las razones de su esencia.

Ah, claridad de la rosa
que se llena de blancura,
enseñando su frescura
y su fragancia gozosa.
Porque se tiende olorosa
esa llama que la espina,
con la maldad más dañina,
esconde, tras hojas bellas,
donde nacen las querellas
que en sangre cobra la espina.

Pues es perfume malvado
el que al más incauto engaña,
si en el engaño lo daña
y lo deja aprisionado.
Que es acaso aliento helado
la esperanza prometida
a quien empeña la vida
en el cariño insincero,
que es el amor traicionero
y es la traición mal nacida.

Y, si de desdenes vivo
porque el amor es desdén,
arde con gana la sien
donde muero yo cautivo.
Y, si quise ser esquivo
en este dolor tan cruel,
en la tormenta bajel
que se pierde en el vacío,
siento el dolor más bravío
en el más raro vergel.

LORENZO-. Quisiera yo la cecina,
del buen don Hernán yantar,
pero no me habrán de dar
ni una miga en la cocina.
ORDOÑO-. Puedes ir, que se adivina
el instinto del hambriento.
LORENZO-. Siempre de pan avariento,
de jamón y de tocino,
como tú sigo el camino
que me dicta el pensamiento.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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