martes, 4 de febrero de 2014

Memorias melancólicas

José Ramón Muñiz Álvarez
MEMORIAS MELANCÓLICAS DE LOS LARGOS
PASEOS DE NIETZSCHE EN
SILS-MARÍA”

(prosa poética)

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             El beso del granizo de las tardes que vieron el invierno en las alturas anuncia su dolor en la enriscada: las horas, que discurren sin apuro, parecen ser amigas de los hielos que saben condenar al solitario; y el hombre que camina silencioso, que gime reflexivo, nos advierte las horas de tormenta inevitable. Es triste caminar ese sendero que ofrece soledades insondables y simas peligrosas y profundas.
             Son estos los lugares apartados que Nietzsche vio en las horas de destierro, dejando atrás las clases y los libros. Y amigos tan soberbios como Wagner hirieron su interior y abrieron brechas enormes como valles apartados. Vivir en soledad se le encapricha tal vez menos amargo, pues desprecia los tratos vejatorios que ha sufrido. Él es un hombre grande y orgulloso que sabe verse lejos de la gente mezquina que no entiende sus ideas.
             A veces se hace extraño hablar con alguien, hablar con gentes cultas cuyos gustos parecen irritar al eremita. Los ocios del filósofo que corre las sierras que se tocan con las nubes revelan que los hombres son inanes. Acaso el mono en ellos sigue vivo, colgando de las ramas con sus muecas, irónicas y extrañas, expresivas. Sigfrido no hallará sino la muerte, los dioses perderán su viejo reino, los ídolos irán hacia la nada. Mas no hacen falta dioses en la tierra, si, libre de ignorancia y falsedades, el hombre encuentra al fin nuevos caminos.
             También es Schopenhauer pesimista y, en medio del dolor de la desidia, jamás halló razones poderosas. Y dijo que la vida y su sentido se escapan con total indiferencia, volando hacia el consuelo de la muerte. Y Buda fue el profeta que decía que es buena la renuncia a las pasiones, queriendo desterrarlas de los hombres. No es bueno aniquilar las esperanzas que incitan a la vida si la vida se torna nuevamente prodigiosa.
Por un fin hay un profeta que nos habla del gusto por el juego de la vida, gritando al viento triste que no hay dioses.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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