José
Ramón Muñiz Álvarez
“EL
SECRETO DE LAS FRAGUAS” o “EL ACERO DE LA ESPADA”
(La
leyenda del joven Sigfrido y su aventura
antes
de enfrentarse al
dragón)
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No
ha de quejarse el herrero
en
esa caverna oscura,
viendo
al joven que se apura,
dándole
forma al acero.
Porque
puede, con esmero,
ser
espíritu aguerrido,
que,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Que
la fragua arde dichosa,
al
nacer la luz del día
y,
ante tanta bizarría,
se
forma la espada hermosa.
Y
es que la llama graciosa
ve
al muchacho decidido,
que,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Y,
pues se torna en ceniza
el
alimento del fuego,
no
cesa el valor más ciego
en
la mañana inverniza.
Que
su brazo encoleriza
hasta
el hierro ver fundido,
que,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Que
suda quien se contenta
con
el esfuerzo violento,
si,
ante la fragua sediento,
la
espada afilar intenta.
Y
es que siente como afrenta
no
ver el hierro vencido,
que,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Porque
custodio del oro
es
el dragón que en la cueva
milenios
de sueño lleva,
siendo
señor del tesoro.
Y
la ambición es decoro
en
un joven atrevido,
que,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Que
no sabe que su dueño
guarda
en su mano el anillo
que,
además del puro brillo,
se
ofrece al más loco empeño.
Porque
el poder es un sueño
que
con él viene ofrecido,
si,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Y,
pues el oro hechicero
puede
mudar su apariencia,
tiene
un yelmo rara ciencia
con
su brillo traicionero.
Y,
con gesto pendenciero
quiere
el hierro ver torcido
quien,
con ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forja
valiente la espada
el
coraje de Sigfrido.
Que,
valiente en el combate,
en
las guerras el primero,
sabrá
ser más pendenciero
que
quien le plante el debate.
Pues
el que el hierro maltrate
será
quien más convencido,
con
el ánimo encendido,
a
la luz de la alborada,
forjará
la nueva espada
para
que luche Sigfrido.
2014
© José Ramón Muñiz Álvarez
“Poemas
para Mael y Jimena”
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