La escarcha
de la nieve del enero
deshizo la
luz clara de otro día,
y vio nacer
en Viena, siempre fría,
la luz de un
sol callado y sin esmero.
Su brillo,
entre las nieves prisionero,
regala extraños
ratos de alegría,
en la mañana
gris, casi sombría,
que ve
correr el aire más ligero.
Un músico
que mira la ventana
medita sobre
el paso delos años,
compases que
se alargan en la vida.
Y corre ya
la luz de la mañana
los cielos de
los tristes desengaños
que anuncian
un crepúsculo suicida.
2016 © José Ramón Muñiz Álvarez
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