martes, 16 de septiembre de 2014

Playas limpias



 “EXISTEN PLAYAS LIMPIAS Y
APARTADAS QUE EXTIENDEN, ENTRE ROCAS,

SUS ARENAS”

Curiosas impresiones de un paisaje

que llena de belleza

los recuerdos

y deja un hondo poso de

nostalgia

Por José Ramón Muñiz

Álvarez





         Existen playas limpias y apartadas que extienden, entre rocas, sus arenas, calladas bajo enormes precipicios. La espuma de las olas las alcanza, quejándose, al morir, arrepintiéndose de un viaje de distancias insalvables. Por eso mucha gente va buscando las sendas que conducen a las playas que esperan bajamares en reposo.

         No hay nada como alzarse, con el alba, buscando los rincones y el silencio que ofrecen esta paz, este descanso. El mar se ensaña, a veces, en la costa, mas  los veranos vienen y el sosiego derrota sus instintos furibundos. También vuelan gaviotas en la altura, jugando, con violencia, con la brisa, y armando un alboroto repentino.

         La cala duerme en paz, y, con la calma, se pueden ver, a veces, los pesqueros que vuelven cuando llega ya la tarde. El clima lo definen humedades y nubes que, alcanzando tierra firme, descargan con vigor los aguaceros. Por eso hay abundancia de castaños, de robles y avellanos, de nogales que ofrecen en otoño el raro fruto.

         Perderse por las densas arboledas es bello, como dulce la nostalgia que sabe de esos días del pasado, los tiempos en que, siendo solo un niño, miraba en estos bosques las ardillas, risueñas al andar de rama en rama. Pero hay también lugares escondidos, rincones que no puede hallar la vista, si quedan guarecidos entre helechos.

         Y corre el aire sano cuando soplan las brisas que trajeron, con el día, tal vez leves suspiros de salitre. Y no se suelen ver las madrigueras, ocultas, enterradas en el verde que teje el sotobosque caprichoso. Y son bosques y playas los lugares que brindan los deleites a quien busca ser solo un peregrino en esta tierra.



         2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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