José Ramón Muñiz Álvarez
“LA
JUNGLA DONDE EL AIRE”
La
jungla donde el aire
despierta
de su sueño,
bañado
por las brisas solitarias,
esconde,
en sus adentros,
el
eco del espíritu
que
sabe sospechar, en la maleza,
la
lástima que sienten
las
hojas de los árboles,
meciéndose
con calma mientras corre,
dichoso
pero raudo,
un
resto del rocío
que
abrió sus ojos hoy, al ver el alba.
Y
dices que te gusta
el
mar en que sumerjo
la
paz en que reposa, siempre plácida,
la
voz de la poesía,
en
esos mares llenos
de
raras caracolas que confunden
las
algas con la piedra
eternamente
limpia
del
fondo de los mares ignorados;
un
reino que se oculta
al
ojo de las gentes
que
llenan las ciudades de bullicio.
Mas
pienso que los versos
que
suenan son acaso
la
música que dicta, sin apuro,
lamentos
que se callan,
secretos
que se gritan,
si
no son las pasiones que se encienden,
al
ver que el tiempo corre
y
que es incertidumbre
este
sendero extraño de la vida,
que
ofrece, con sus frutos,
los
tramos trabajosos
que
hieren nuestros pies, si van desnudos.
Y
entonces te recuerdo
que
nunca la poesía
fue
un grito de dolor, pues sus palabras
son
gestos insinceros
que
salen de la boca
como
la pincelada del artista
que
el lienzo manchó alegre
con
el retrato hermoso
de
aquella amada triste de otras veces,
cuando
el amor creía
que
duraría un siglo,
llegando
a prolongarse tras la muerte.
Pues
vivo en esa lógica
que
aplasta con su paso
la
mística nacida de los sueños,
el
eco de poesía
que
nace libremente
de
quienes imaginan un sendero
distinto
al que se cruza
en
esa vida diaria
que
avanza en el asfalto pusilánime,
sinónimo
del tiempo
que
nunca retrocede,
si
mira atrás, con pena, la memoria.
Y,
en este sinsentido,
escribo
mis sonetos,
las
décimas, las silvas caprichosas
que
vienen a mi mente
sin
rima, como prosas
que
nacen espontáneas del adentro
que
dice sin querer
aquello
que, nos dicen,
las
silvas que han nacido repentinas,
carentes
de doctrina,
de
lógica en las quejas
que
suelen expresar mis cantos tristes.
Pero
un materialista
que
ve que Dios ha muerto
no
pide un mundo nuevo para Reyes,
si
no lo necesita,
si
no le es necesario
un
mundo donde todo esté mentido,
con
reyes y con príncipes,
dragones
y condesas
que
puede uno inventar en sus romances
como
un juglar de siglos
que
ya no volverán
a
verse en esta patria desolada.
2014 © José Ramón Muñiz Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario