viernes, 4 de diciembre de 2015

No muy lejos de la villa


 “No muy lejos de la villa

           No muy lejos de la villa,
halló, al despuntar el alba,
el paladín a la niña,
que ante la fuente lloraba.
           Y allí, con melancolía,
al correr de la mañana,
también escuchó la brisa
esas lágrimas cansadas.
           Y por amores corrían,
y por amores volaban
de los ojos de la niña
a las transparentes aguas.
           Y pues la razón decía
y sus motivos cantaba,
sus estribillos seguía
quien las letras apenadas.

           Y el paladín y la brisa,
cuando supieron la causa,
por consolar sus desdichas,
le dicen estas palabras:
           -Muy malos son, si se fían
las inocentes  muchachas,
los amores cuya guía
las hace llorar mil lágrimas.
           Y porque es cruel la osadía
de quien gusta de engañarlas,
querré vengar la mentira
que a vuestros ojos agravian.
           Mas respondió la chiquilla
(que era solo una muchacha),
que nunca el amor pedía
saciarse con la venganza.

           Y, acercándola a la villa,
sobre su negra alazana,
el paladín la tenía,
el paladín la acercaba.
           Y la gente que solía
verla partir, de mañana,
a por agua, le decía:
“Vas hoy en buena compaña”.
           Y, en viéndola de esta guisa
quien sus lágrimas causaba,
los celos sintió, que ardían
en su pecho y su garganta:
           -¡Dios santo, por qué hablaría
de querer de mí apartarla,
siendo la bella chiquilla
una tan dulce muchacha!


2015 © José Ramón Muñiz Álvarez

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