viernes, 4 de diciembre de 2015

La princesa


HALLÓ EL DUQUE A LA PRINCESA

           Halló el duque a la princesa,
pisando la helada escarcha,
no muy lejos de la torre,
donde las damas estaban.
           -No habrá de sentir la dicha
quien hallare en la mirada
de vuestros ojos traidores
la esperanza de la nada.
           -Tampoco habrá de sentirla
la que hallare la palabra
que pronuncian, maliciosos,
vuestros labios en venganza.
           -Sabed que vuestra belleza
es el veneno que abrasa
con amor, si al amor hiere,
sin amor, si el amor mata.

           -Pues para ser tal veneno,
el que decís, sé que es daga
la lengua que en esa boca
con su dureza apuñala.
           -El fuego del amor quiere
que diga cosas que espantan
a las damas maliciosas
que me enamoran y engañan.
           -Paso a paso, joven duque,
que esa actitud es bizarra
en quien no acude al combate
y lucha con una dama.
           -Si por el amor no fuese,
ya entraría en la batalla,
donde la muerte no importa
supuesto que no se ama.

           -Pues ya que sois tan osado,
desenvainad ya la espada,
matad al amor con ella
y partid hacia otra patria.
           -Si el amor es carcelero
nunca quiera que me vaya,
pues nunca querrá que pierda
encontrar de vos la gracia.
           -La gracia nunca, que quiero
no ser falsa en la palabra
cuando os digo que mi pecho
vuestros amores rechazan.
           Esto pronunció la boca
de la princesa, que, osada,
al duque, con voz cortante,
le dirigió sus palabras.


2015 © José Ramón Muñiz Álvarez

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