viernes, 25 de mayo de 2012

LETRILLAS

EL CABALLERO Y EL DRAGÓN

1

¿Por qué duermes, caballero?
Vamos, apura, despierta,
levanta en la noche incierta,
ve y desenvaina el acero.
¿Aun no has llegado al sendero?
Álzate ya, por tu vida,
toma la rienda enseguida,
que tu caballo se apure,
que poco tu viaje dure,
que nada llegar te impida.

2

Corre entre densas nevadas
antes que nazca la aurora,
y, corriendo sin demora,
cruza sierras escarpadas.
Y, si las luces doradas
buscan, dichosas, el cielo,
olvida la luz y el hielo,
y, al apurar tu camino,
ve buscando tu destino,
siempre falto de consuelo.

3

Que mientras nacen colores,
y el sol alegre se encumbra,
la princesa, en la penumbra,
pena sus muchos dolores.
Que más mustia que las flores
la verá la luz del día
en esa prisión sombría
donde llora, secuestrada,
que el dragón, de madrugada,
la llevó a su cueva fría.

4

No pierdas tiempo y camina
por los extraños senderos,
y en la noche los luceros
de alguna estrella imagina,
que, ya en la región vecina,
llora la triste mujer,
desconsolada al saber
que el dragón la ha capturado,
y, colorín colorado,
olvida el amor de ayer…

ASTILLERO DE LOS MARES

1

No importa el azote frío
de la espuma y de los vientos,
ni los cañones violentos
en el paisaje sombrío.
El sable blande con brío
el airado bucanero
donde admira el astillero
de los mares el amor.

2

Y diré que es más agudo
el ingenio que el pirata
en su mirada retrata,
bajo su rostro barbudo.
Y, arrogante y corajudo,
desnudo tiene el acero,
donde admira el astillero
de los mares el amor.

3

Y, en los mares del Caribe,
ante fuertes tempestades,
no lamenta soledades
ni sus penurias describe:
cada golpe que recibe
lo contempla pendenciero,
donde admira el astillero
de los mares el amor.

4

No puede, pero lo intenta,
con su fe y su gallardía,
derrotar la brisa fría,
sufrir la grave tormenta.
Y es que nunca desalienta
el valiente marinero,
donde admira el astillero
de los mares el amor.

5

Como el caballo en la sierra,
si en la sierra se encabrita,
una goleta se agita
sin hallar puerto ni tierra.
No se engolfa en plena guerra
ni esconde su duro acero,
donde admira el astillero
de los mares el amor.

DEJA QUE MIRE, PERPLEJO

1

Deja que mire, perplejo,
el coral de tu mirada,
raro cristal de la helada
cuando del sol es reflejo,
porque nace el oro viejo
del sol claro en tu mirar;
porque renace en el mar
el color del sol naciente,
donde lo miras, luciente,
perezoso al bostezar.

2

Deja que tristes agravios
sueñe, doliente, mi calma,
cuando perdida ya el alma,
es esclava de tus labios,
si no son consejos sabios
los que acabo de escuchar;
si es que renace en el mar
el color del sol naciente,
donde lo miras, luciente,
perezoso al bostezar.

3

Deja que, fiel y engañado,
imagine lo que quiera,
y que tu beso prefiera
a no verme condenado,
cuando, pensándome amado,
se me ocurra despertar;
cuando renazca en el mar
el color del sol naciente,
donde lo miras, luciente,
perezoso al bostezar.

4

Deja que viva de sueños
y me pierda en la esperanza
del loco que nunca alcanza
los placeres más pequeños,
donde tus ojos son dueños
con su raro crepitar,
donde renace en el mar
el color del sol naciente,
donde lo miras, luciente,
perezoso al bostezar.

NIEVE EN LAS URBES

1

Nació febril la alborada
para admirar la hermosura
de la clara nieve pura
sobre el asfalto cuajada.
Y, mostrando a la mirada
su luz y su claridad,
bajo una sábana blanca
se descubrió la ciudad.

2

Y en los altos ventanales
de las viejas oficinas,
quedaron pavesas finas
de las nieves invernales.
Alborada de corales
fue aquella aurora, en verdad,
bajo una sábana blanca,
descubriendo la ciudad.

3

Los parques, también helados,
vieron heladas las fuentes,
y eran cristales lucientes
los jardines bien cuidados.
Y los niños, asombrados,
con su gran ingenuidad,
bajo una sábana blanca,
contemplaron la ciudad.

ENTRE ESPUMAS Y CORALES

1

Donde despierta lozano
con un bostezo gozoso,
se remansa, perezoso,
en un sueño soberano,
ese mar, aunque lejano,
esa orilla, que, callada,
ve, tras la clara alborada,
entre espumas y corales,
esos brillos matinales
en la playa abandonada.

2

Y corre los altos cielos
ese brillo vuelto en llama,
donde alegre se derrama
desde la altura a los suelos,
al quebrar los raros velos,
al romper la noche airada
que se escapa, derrotada,
entre espumas y corales,
por los brillos matinales
en la playa abandonada.

EL DESTIERRO DEL OLVIDO

1

Trovador de gran maestría
en los pueblos más sencillos,
el sol, con sus raros brillos,
lo ha llenado de alegría:
no importa la brisa fría,
si otros tangos le han venido
tan dichosos a sus labios,
al llevarlos el olvido.

2

Y, amante de la Cabrera
y del idílico Bierzo,
el sol halla en un esfuerzo,
al mediar la primavera.
Y ya la estrella primera
en el cielo se ha encendido,
las canciones escuchando
que le dedica al olvido.

3

Llegado de la Argentina
a un continente ya viejo,
a la tarde, el sol bermejo
con su llama lo ilumina.
Y canciones imagina,
al mirar el sol vencido,
que se abrasan en sus labios
al llevarlos el olvido.

4

Beber sabe su Godello,
si en La Torre se le ofrece,
cuando vencido parece
el luminoso destello.
Y, siendo el momento bello,
mirando un sol escondido,
tan dichosos a sus labios
nuevos versos le han venido.

5

Y mil recuerdos que afloran
junto al pueblo más pequeño
si, al pasar el tren Quereño,
sus paisajes lo enamoran.
Porque nunca se demoran
la emoción de lo vivido
y los recuerdos que vuelven
del destierro del olvido.

2011 © José Ramón Muñiz Álvarez




2 comentarios:

  1. Muy lindo tu blog, y muy interesantes tus escritos!!!!

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  2. He recogido tu invitación, acabo de entrar y debo decirte que tus sonetos me parecen extraordinarios, que ter prometo volver para más despacito ir comentandote, gracias Juan por darme la oportunidad de llegar a tu blog
    Un abrazo
    Carmen

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