José
Ramón Muñiz Álvarez
“ENTRE
LA DENSA ESPESURA”
(Romance)
Entre
la densa espesura,
yendo
a caza el joven conde,
a
una moza oyó que canta,
si
el agua fresca recoge.
Y
pues las canciones siente,
escuchando
las canciones,
se
olvida de la aventura
y
a escucharla se dispone.
Y,
si es diestro ballestero,
la
ballesta junto al roble
apoya,
y también la aljaba,
que
es preciso que la apoye.
Y,
oyendo el acento dulce,
sabe
que se descompone
el
alma, con ser el alma,
ante
tales emociones.
Y,
si escucha un canto bello,
que
ella es bella presupone,
que
la maleza a los ojos
no
enseña lo que se esconde.
Y,
si curioso ha de verla,
porque
sus voces las oye,
teme
también asustarla
e
interrumpir las canciones.
Por
eso no ha de mostrarse,
que
basta escuchar las voces
para
soñar esos ojos
que
vuelan como azulones.
Determinado
a escucharla,
donde
el helecho se impone,
escucha,
sin ser notado,
como
canta estas canciones:
“Quiso
admirar la corriente
del
arroyo la muchacha,
que
asomó sus bellos ojos
a
los reflejos del agua.
Quiso
admirar la corriente
del
arroyuelo la niña,
que
asomó sus bellos ojos
al
arrimarse a la orilla”.
Y,
entre alegre y apurado,
aguardando
entre el helecho,
quiso
romper esa calma
y
hablarle, mas tuvo miedo.
Y
creyó que era pecado
perturbar
aquel silencio,
el
del fondo de los bosques
y
el del callado arroyuelo.
Mas
no pudo abrir los labios,
que,
si acaso, enmudecieron,
temerosos
de asustarla,
pues
es el busque tan denso.
Y
quiso seguir los cantos
que
los pájaros oyeron,
ya
fueran los ruiseñores
o
los alegres jilgueros.
Y
escuchar de aquella boca
los
hermosos romanceros,
a
fuerza de ser tan triste
la
razón de su argumento.
De
modo que suspiraba
mientras
iba recogiendo
las
aguas frescas que claras
de
la piedra van naciendo.
Y
al aire van los suspiros,
y
los suspiros y el viento
se
agitan mientras se llena
el
cántaro entre sus dedos.
Y
sabiendo que se marcha,
le
dice: “Canta de nuevo”.
Y,
cantando le repite
la
belleza de sus versos:
“Quiso
admirar la corriente
que
sigue el curso con calma,
que
asomó sus bellos ojos
la
mozuela de mañana.
Quiso
admirar la corriente
y
las aguas cristalinas,
que
asomó sus ojos claros,
reflejando
el claro día”.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael y Jimena"
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