miércoles, 2 de julio de 2014

Capricho de la escarcha y osadía



José Ramón Muñiz Álvarez
“CAPRICHO DE LA ESCARCHA Y OSADÍA”
(Soneto sobre otoños que derrotan
las tardes encendidas
de otras veces
que nunca sospecharon las
heladas)

http://jrma1987.blogspot.com

            Asturias es lugar privilegiado. Quien quiera caminar por los senderos que existen en las zonas de la costa, podrá mirar la luz de los otoños, saber que los inviernos se aproximan y todo sigue siendo igual de hermoso, pues algo vive en la naturaleza que anima los espíritus nostálgicos. Parece que el otoño es bello siempre tal vez en el concejo de Carreño: Carreño, con sus costas escarpadas, que sabe de las lluvias, del granizo, que aguarda el aguacero desde siempre, regala sus caminos de derrota que lloran el pasado que se esfuma, sabiendo del futuro que no llega.
            Candás, la capital, siente los oros del árbol moribundo en esos parques que esperan en silencio, si anochece, y el viento corre lento, perezoso, buscando en las praderas, las colinas, tal vez la imagen vaga de los montes que asoman a lo lejos, tras cordales que esconden otras sierras orgullosas. Y mira al mar, que suele mostrar ecos de furia en esos días del otoño que vienen con la lluvia y la tormenta, y agitan eucaliptos y castaños, sin asumir que el grito de los vientos que corren los lugares del olvido tan solo es una voz que nos inspira sonetos melancólicos y tristes:

                                    Las hojas que los viejos castañares
                        dejaron a los vientos del camino
                        sospechan el aliento peregrino
                        que llega con salitre de los mares.
                                    Y tienen como suerte los azares
                        de verse junto al barro si, mezquino,
                        la lluvia entierra el brillo mortecino
                        que llena el mes de octubre de pesares.
                                    Las horas silenciosas de la helada
                        podrán hablar al alma con despecho,
                        si el hielo ve nacer el nuevo día.
                                    Las voces llegarán de la alborada
                        que sabe de la muerte del helecho,
                        capricho de la escarcha y osadía.

            Son bellos los otoños asturianos: por todas partes nacen los colores que tiñen cada bosque en cada zona, con pardos y rojizos en los árboles. Son bellos sus colores y la vida que prende en la hojarasca que se suelta, dejando atrás las ramas del hayedo, tal vez de los castaños de la costa. Y es bello contemplar, tras la ventana, la lluvia que humedece, con sus llantos la voz de los colores del paisaje, que quiere denunciar su muerte lenta. Y a veces se hace triste, porque el hombre no escapa a ese destino que lo hiere, lo vence y lo derrota en la conciencia de que la muerte llega al fin y al cabo.

2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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