miércoles, 2 de julio de 2014

Los cielos que se visten de blancura



José Ramón Muñiz Álvarez

“LOS CIELOS QUE SE VISTEN DE BLANCURA”

(Soneto sobre el agua cristalina

que brota de la Fuente de

los Ángeles

y mira en las alturas la

alborada)



http://jrma1987.blogspot.com



            Las aguas cristalinas de la fuente quisieron ser espejo de la altura tan pronto como el sol hirió la sombra que vino con sus risas y su dicha. Las llamas de ese fuego son hermosas como un corcel de luz que, vivaracho, recorre el cielo entero y sus azules, mostrando resplandores encendidos. También es cierto que arden las antorchas que vieron los crepúsculos callados que hubieron de firmar esa derrota fatal que dio paso al reinado de la noche. La noche es como un ángel melancólico que adora las estrellas temblorosas que dan luz a sus sombras y cortinas, pues no tiene la luz de la mañana.

            La luz del sol, el brillo en las alturas, el fuego incandescente que nos mira, las aguas como espejo de los cielos y acaso la humedad sobre los prados inspiran a la gente que contempla las nuevas estaciones, ese tiempo de luz y de belleza, que, bucólico, se admira en las aldeas carreñenses. Saliendo de Candás y su parroquia, no en vano, podéis ver esos lugares, esos rincones bellos y las playas que ven como las olas, de igual modo, admiran ese sol de la mañana que puede ser poesía en nuestra boca, pues solo es cosa ya de imaginarnos conceptos con que hacer otro soneto:



                                    Los cielos que se visten de blancura,

                         mostrando el alba clara en un torrente,

                         hirieron el reflejo que en la fuente

                         nos muestra alborotada el agua pura.

                                    El sol se enciende alegre y apresura,

                         la llama que arde como el sol luciente,

                         pues corre por el cielo transparente

                         y busca el arroyuelo que murmura.

                                    Y el canto del Noval es despacioso

                         al ver la aurora clara en esos cielos

                         que besan los dorados otoñales.

                                    El agua del riachuelo generoso

                         que corre sigiloso por los suelos

                         robó a los cielos todos sus corales.



            Y es bello ver los brillos luminosos, su luz, su fuego y toda su alegría, rozando el agua clara de las fuentes, el valle silencioso donde corre. La hierba, siempre verde, siempre viva, mantiene en las Asturias ese brío que llena de alegría la mirada de quien la ve nostálgico y se queja. Entonces es momento para el verso que endulza el alma tierna, que emociona los ojos que se pierden cuando el aire se torna en humedad para la tierra. La vida es vida aquí y es vida siempre, cuajada con la escarcha, si es invierno, si quieren las heladas darle el beso que luego arrancarán nuevos veranos.



2014 © José Ramón Muñiz Álvarez

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