miércoles, 13 de julio de 2016

LA LLUVIA QUE DESCIENDE


José Ramón Muñiz Álvarez

LA LLUVIA QUE DESCIENDE CON LENTA PARSIMONIA”

(Palabras de una prosa acertada

que preludia el regreso

de dioses que, tras irse para siempre de nosotros,

regresan del olvido

de los siglos)

 

La lluvia que desciende con lenta parsimonia, regando las colinas siempre verdes, besando las montañas siempre verdes, rozando las orillas que muestran sus colores siempre verdes, también es un regalo de los dioses, pues suelen los regalos de los dioses mostrar esa grandeza que tiene su poder vivificante, su gracia y su verdad para las gentes que ofrecen sacrificios, que buscan las liturgias apropiadas.

Aramo es imponente, si vemos la alta cima que quiere coronarse en las alturas, que busca engrandecerse en las alturas, que quiere, en todo caso, rayar con sus picachos las alturas, los cúmulos que todos los Nuberos elevan sobre el mar, sobre la tierra, sobre esas sierras altas que muestran la caliza desnuda como el pecho de un guerrero, valiente ante el granizo que arrecia, repentino, entre las cumbres.

En Lugh tenéis el fuego y el brillo necesario donde las chispas arden incesantes, donde los fuegos arden incesantes, acaso las hogueras que elevan esas llamas incesantes, las llamas que dan vida a cada casa, las llamas con que vive cada casa, las tribus de otras eras, las gentes de otros siglos, los hijos de estas gentes, los ancestros del tiempo que nos toca, quizás nosotros mismos, sin saberlo.

Las moras aparecen la noche del solsticio, si quiere su solsticio ya el verano, si busca su momento ya el verano, si gusta de sus fiestas la llama deliciosa de un verano que pide de los baños y la hoguera, que quiere de las aguas y la hoguera para purificarnos con un ritual hermoso, quién sabe si confuso, pues es cierto que, en todo patriarcado, se esconden las costumbres anteriores.

Y sé del ciervo mágico que esconde en la hojarasca secretos de los bosques donde habita, misterios de los robles donde habita, enigmas que no deben saber los visitantes que recibe, si son gentes extrañas que no quiere por estos bosques verdes donde habita, lugares donde vive la fuerza de su hechizo, la magia que le otorga esa grandeza que muestra entre los cuernos que luce, como un dios, en su corona.

 

2016 © José Ramón Muñiz Álvarez

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