José Ramón Muñiz Álvarez
“LA LLUVIA QUE DESCIENDE
CON LENTA PARSIMONIA”
(Palabras de una prosa
acertada
que preludia el regreso
de dioses que, tras irse
para siempre de nosotros,
regresan del olvido
de los siglos)
La lluvia que desciende con lenta parsimonia,
regando las colinas siempre verdes, besando las montañas siempre verdes,
rozando las orillas que muestran sus colores siempre verdes, también es un
regalo de los dioses, pues suelen los regalos de los dioses mostrar esa
grandeza que tiene su poder vivificante, su gracia y su verdad para las gentes
que ofrecen sacrificios, que buscan las liturgias apropiadas.
Aramo es imponente, si vemos la alta cima que
quiere coronarse en las alturas, que busca engrandecerse en las alturas, que
quiere, en todo caso, rayar con sus picachos las alturas, los cúmulos que todos
los Nuberos elevan sobre el mar, sobre la tierra, sobre esas sierras altas que
muestran la caliza desnuda como el pecho de un guerrero, valiente ante el
granizo que arrecia, repentino, entre las cumbres.
En Lugh tenéis el fuego y el brillo necesario donde
las chispas arden incesantes, donde los fuegos arden incesantes, acaso las
hogueras que elevan esas llamas incesantes, las llamas que dan vida a cada
casa, las llamas con que vive cada casa, las tribus de otras eras, las gentes
de otros siglos, los hijos de estas gentes, los ancestros del tiempo que nos
toca, quizás nosotros mismos, sin saberlo.
Las moras aparecen la noche del solsticio, si
quiere su solsticio ya el verano, si busca su momento ya el verano, si gusta de
sus fiestas la llama deliciosa de un verano que pide de los baños y la hoguera,
que quiere de las aguas y la hoguera para purificarnos con un ritual hermoso,
quién sabe si confuso, pues es cierto que, en todo patriarcado, se esconden las
costumbres anteriores.
Y sé del ciervo mágico que esconde en la hojarasca
secretos de los bosques donde habita, misterios de los robles donde habita,
enigmas que no deben saber los visitantes que recibe, si son gentes extrañas
que no quiere por estos bosques verdes donde habita, lugares donde vive la
fuerza de su hechizo, la magia que le otorga esa grandeza que muestra entre los
cuernos que luce, como un dios, en su corona.
2016 © José
Ramón Muñiz Álvarez
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