miércoles, 13 de julio de 2016

Los lagos donde duermen los castillos


 

 

José Ramón Muñiz Álvarez
“LOS LAGOS DONDE DUERMEN LOS CASTILLOS”
(Breve acercamiento a una de las
leyendas más prometedoras
de cuantas podréis escuchar por las tierras
del norte de
España)

 

Los lagos son lugares de misterio. Sus aguas nos esconden lo profundo, y el fondo nos oculta sus castillos, sus mágicas ciudades y mansiones. Tal vez os confundáis con lo que ocurre: no digo que existieran las devanas, no digo que haya moras cuyo hechizo las hizo sumergirse para siempre. En cambio hubo otras gentes que creyeron. La gente de los pueblos conservaba los mitos, las leyendas del antaño que vuelven a nacer para nosotros. En ellas la poesía está presente. Pensad en el valor de la poesía, si acaso es que la amáis, pues hay en ella valores esenciales que nos hablan. Sabed que la poesía es un tesoro Que anida en las leyendas ancestrales que no saben contarnos nuestros padres igual que los abuelos de otras épocas.
Os digo que los lagos son misterio. Sabed que en esos lagos otras gentes supieron mil ciudades enterradas, perdidas por extrañas maldiciones. Sabed que las leyendas lo revelan: los dioses precristianos condenaron a quienes no mostraban el respeto debido, si llegaban nuevos huéspedes. Entonces lo sagrado era sagrado. La sal sobre las migas de los panes habían de ofrecerse en el tributo que siempre mereció el alma viajera. Lucerna queda lejos, o no tanto. Lucerna queda en Suiza y en España, por eso está Valverde de Lucerna, que queda por Zamora, nada menos. También hubo Lucerna en Carucedo. En Limia se habla siempre de Antioquía, y hay gentes insistentes que repiten que el lago Enol es fruto de un hechizo.
También Somiedo guarda su tesoro. El caso es que yo pienso en otras cosas, y siento, en realidad, o bien presiento, que Excálibur está relacionada: pensad en Durandarte, mismamente (el mito de una espada de un guerrero que queda sumergida en ese lago, soñando el paso lento de los siglos).  Pensad en Covadonga y los exvotos (también dejáis, si vais a Covadonga, monedas en la balsa donde el agua que cae de las alturas se acumula. Os puedo comentar viejas costumbres: la Ondina que hubo en Suabia solía levantar las tempestades y había que calmarla con regalos. El cura interpretaba viejos salmos. El pueblo se olvidaba de los ritos cristianos y subía a la laguna, y entonces arrojaba sus cuchillos.

 

2016 © José Ramón Muñiz Álvarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario