Soneto para Alejandro García González
También a don Quijote y su escudero
castigan con firmeza tanto alarde
el sol que, a la mañana, a veces arde,
y el viento si se torna traicionero:
el aire alborotó, por el sendero,
la brisa silenciosa de una tarde
que sabe en el camino ser cobarde,
si llega al horizonte su lucero.
Lo cierto es que en Venero nos espera
la paz de ese descanso detenido
que sabe consolar al que camina.
Y es forma de agotar la primavera
hablar de ese verano prometido
rogando que regrese Proserpina.
2016 © José Ramón Muñiz Álvarez
José Ramón Muñiz Álvarez nació en la villa de Gijón y sigue residiendo en Candás (concejo de Carreño). Su infancia transcurre de manera idílica en dicho puerto, donde pasa su juventud hasta el término de sus estudios. Licenciado en Filología Hispánica y especialista en asturiano, vive a caballo entre Asturias y Castilla León, comunidad en la que es profesor de Lengua Castellana y Literatura. Su afán por las letras y las artes lo ha llevado al cultivo de la poesía.
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