DESDE EL CIELO
Desde el cielo, por fin las auroras
sucedieron, con brillos dorados,
a las sombras que trajo la noche,
y no hallé en su color tu mirada.
En las nieves y densas escarchas
que acorralan el campo dormido,
encendió su color la hermosura,
y no hallé en su color tu mirada.
En la brisa y el agua que llega
de las sierras distantes y hermosas
alcancé la mayor transparencia,
y no hallé en su color tu mirada.
QUEDARON
EN EL PRADO
Quedaron
sobre el prado
los
restos de granizo,
las
nieves del invierno,
las
densas humedades
de
charcos embarrados
que
vuelve a iluminar el alba clara.
Muy
pronto en las alturas
verás
cómo los pájaros
inician
su retorno,
y bellos
azulones
remueven
con sus alas
el aire
de un crepúsculo dorado.
Entonces
no tendremos
el hielo
que nos sirve
de
excusa irrevocable,
las
lluvias que, a la postre,
pudieron
encerrarnos
en ese jardín
nórdico de besos.
Qué
bello contemplarlas,
si pasan
tan despacio
las
horas que eligieron
su fuga
a los lugares
dormidos
en desiertos
de
hielos infinitos y escarchados.
Qué
bellas las prisiones,
en ese
cuarto tuyo,
donde el
aburrimiento
invita a
las caricias,
impone
los amores,
ayuda a
cada beso a pronunciarse.
MIRANDO EL CAMINO
Y, de nuevo, mirando
el camino,
se sintió traicionado
en la entraña,
como si harto del
hierro afilado
de cortantes puñales,
quisiera
rebelarse al destino
sabido.
No era tiempo de amar,
sin embargo,
y la muerte rondaba al
acecho,
pues su negro cabello
mostraba
las banderas de paz en
sus sienes.
Lamentarse no sirve de
nada,
pues las cosas
mantienen su curso,
y es normal que se
apague la vida.
No muy lejos, alzaban
las aves
ese vuelo a regiones
lejanas,
cuando el viento se
viste de helada.
Pero, al fin
comprendió que era tarde:
no alcanzaron sus ojos
rendidos
la esperanza que
siempre quisieron
y los sueños, a veces,
prometen.
HORIZONTES
PERDIDOS
Y mirar
horizontes perdidos
que
navegan los viejo pesqueros
cuando
llega, por fin, la mañana,
si es
que el alba bosteza encendida.
Y buscar en el cielo las luces
de sus
brillos manchados de rojo
sobre el
bello bordado del aire
que
descubre su senda a las nubes.
Y flotar
entre nubes, acaso,
ser el
aire en el aire, si el aire
despereza
su brazos y gime
en
espacios que nunca terminan.
SUS ALAS DESPLEGARON
Sus alas desplegaron
los viejos azulones
que vimos otras veces,
y, huyendo del granizo y del invierno,
del viento y las escarchas perezosas,
el vuelo levantaron,
al despertar el alba,
buscando otros paisajes
acaso más amables,
buscando otros lugares, otros cielos
donde perder su vuelo caprichoso,
desde esta tierra triste
que ya no ofrece nada,
porque los robles pierden
sus hojas malheridas
y son las horas beso de silencio.
En cambio, junto al fuego,
mirando los paisajes
que ofrece la ventana
tras el cristal que hieren los granizos
y el aguacero, siempre impertinente,
si viene de los cielos, caprichoso,
admiro tu belleza,
contemplo la hermosura
que tienen tus cabellos,
mientras duermes,
fijándome en el brillo de sus rizos,
fijándome en tu rostro
manchado de inocencia,
manchado del hechizo
bermejo que se enciende
cuando la aurora llega al horizonte.
Y tú, que no lo sabes,
sin albergar sospechas,
ignoras lo que siente
mi espíritu poblado de embelecos,
de sueños, de quimeras y de engaños,
mientras contemplo, triste, ese momento
de máxima confianza,
dejando que te observe,
creyendo que no gusto los placeres
de imaginar, valiente y atrevido,
en un esbozo raro, tal vez inverosímil
la gracia de tus senos
bajo el desnudo honesto,
que nunca mostrarás al aire puro.
2012 © José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
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