ROMANCE DEL ENAMORADO
(Romance)
Pudo el sol de la
mañana,
levantando su lucero,
hallar al enamorado
no lejos del arroyuelo.
Triste lo halló y
derrotado,
cantando lánguidos versos,
sus tristezas confesando
y sus amores al viento.
Porque el amor
misterioso,
con su crueldad y requiebros,
mostrando tanta dureza,
herir puede a los más diestros.
Y, dejándose a su
llanto,
quien por oficio halconero,
olvidó a sus aves todas
y se regaló al silencio.
Y allí lo halló la alborada
con su manto
ceniciento.
Libres dejó sus
azores,
que, alejándose en el cielo,
con sus alas extendidas,
al muchacho despidieron.
Partieron ya sus
halcones
buscando otro firmamento,
dejando al enamorado
con llantos y desconsuelo.
Y, quedándose
allí solo,
se hizo amigo de los hielos,
si los tejía la helada
al acabar el invierno.
De las nieves se
hizo amigo,
que, defendiendo sus feudos,
de la luz se defendían
y los primeros destellos.
Y allí lo halló la alborada
con su manto
ceniciento.
Qué triste el
enamorado,
consumido por los celos,
por desdenes de su dama,
por tan altos sentimientos.
Qué triste el
enamorado
al que tan crueles mintieron
las voces de la esperanza,
que son, sin fortuna, un juego.
Qué triste el
enamorado,
con sollozos y lamentos,
aquejado por las penas
entre las nieves y el viento.
Qué tristes las
soledades
que sus desgracias oyeron,
cuando, tan triste, gemía
y cantaba tristes versos.
Y allí lo halló la alborada
con su manto
ceniciento.
EL PÁJARO CARPINTERO
(Letrilla)
Desde que, con la
alborada,
lucen las llamas del día,
y, con su rara alegría,
quiebran la nieve cuajada,
ante la sombra callada
que reduce ya el lucero,
toc-toc-toc, se oye,
dichoso,
al pájaro carpintero.
Desde que, ya la
mañana,
bajo la luz de un sol bello,
ilumina su destello,
siendo en hora muy temprana,
mientras todo se engalana
y la luz se hace platero,
toc-toc-toc, se oye,
dichoso,
al pájaro carpintero.
Y es que, andando
los caminos
siempre frondosos del norte,
que los nobles de la corte
recorren en sus rocinos,
más que el amor de los trinos
que llenan el mundo entero,
toc-toc-toc, se oye,
dichoso,
al pájaro carpintero.
Y es que cada
primavera
nos enseña, en sus primores,
en el color de sus flores
y su hermosura primera,
y, al tiempo, se desespera,
bien atento, el caballero,
toc-toc-toc, si oye,
dichoso,
al pájaro carpintero.
“Canciones para Mael y Jimena”
Todos los derechos reservados por el autor.
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