lunes, 16 de julio de 2012

EL ALBA TRAJO CALMA A LOS CAMINOS


EL ALBA TRAJO CALMA A LOS CAMINOS

1

     El alba trajo calma a los caminos.
     Orillas de silencio, entre la escarcha,
la vieron renacer con sus bostezos,
no lejos de los charcos de la senda.
     Y el aire, fresco y puro, de mañana,
halló su luz fugaz en los cristales
del beso más risueño de las brisas.
     Los árboles, callados, consentían
aquella desnudez, tras el otoño
que supo despojarlos de sus hojas.
     Y el viento, caprichoso pero alegre,
jugó a rozar las ramas con el filo
de sus cuchillos crueles y afilados.

2

     El alba trajo calma a los caminos.
     Las aguas cristalinas de la fuente,
tan limpias como el aire, musitaban
sus llantos melancólicos y tristes.
     Y un brillo se deshizo en las alturas,
dejando solamente una caricia
sobre el castillo alado de las nubes.
     Después, en el azul del firmamento,
cuajó sobre las sombras que dibujan
bandadas de estorninos sin un rumbo.
     Y supo así la gente de las sierras
que aquel invierno duro terminaba
en las quebradas bellas pero inhóspitas.

3

     El alba trajo calma a los caminos.
     También los rascacielos conocieron
aquella luz ingenua y perezosa
que, como un niño, espera su regalo.
     Y el guardia vio nacer aquellas luces,
y el viejo que colgaba los periódicos
en el pequeño kiosco de la calle.
     El parque se adornó con su belleza,
y quiso presumir de sus colores
en un tiempo sin rosas todavía.
     Y supo de ese aliento dulce y cálido,
sentada y sin apuro, aquella anciana
que daba pan mojado a las palomas.

2012 ©  José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario