sábado, 7 de julio de 2012

EL CANTO DE LOS CÁRABOS DEL MONTE (V)


José Ramón Muñiz Álvarez
EL CANTO DE LOS CÁRABOS DEL MONTE
(Los ecos de las aves que se escuchan,
llegadas ya las horas de
la noche)



SONETO PARA FINALIZAR

          Brotar podrá de nuevo en los cerezos
que vieron los veranos ya pasados

la flor cuyos colores delicados

miró el ocaso triste entre bostezos.

          Podrá nacer dichosa y sin tropiezos
donde los cantos penan, apagados,

del Sil, cuando los versos recitados

confundan ya las sombras con sus rezos.

          Y, beso silencioso, mas sencillo,
la luna escuchará, desde la altura,

los cantos de los cárabos más viejos.

          Será escuchar el canto del autillo
presencias sospechar en la espesura,

testigo de crepúsculos bermejos.


“El canto de los cárabos del monte”

2011
© José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
José Ramón Muñiz Álvarez
EL CANTO DE LOS CÁRABOS DEL MONTE
(Los ecos de las aves que se escuchan,
llegadas ya las horas de
la noche)

A MODO DE POSDATA

          Aquí tienes, Rimada, verso y prosa mezclados, conjugados de manera tal vez inverosímil, tal vez sabia, quizás un algo necia, si es que quieres: pedías que te hablase nuevamente del cárabo, el mochuelo y la lechuza, quién sabe si risueño o conmovido, del mismo modo en que solía hacerlo.
          Las noches de los vinos en La Torre, Quereño, el Bierzo y toda su belleza parecen olvidarse en el pasado, mas siguen habitando en la memoria de quienes advertimos esa magia que existe eternamente en sus paisajes. Quereño, el Puente, Salas y San Pedro… ¿Recuerdas esas luces encendidas?
          Lucita sigue allí, donde, de vuelta de aquellas caminatas vespertinas, tomaban un vino, dos si acaso, y algunas veces tres, porque ese vino lo fue de la amistad que, compartida, parece saber más, tener más fuerza para embriagar las vidas aburridas de viejos profesores interinos.
          Aquí tienes los cárabos y “mouchos”, criaturas de los reinos nocturnales que ya conoces bien, porque en los pueblos no es raro el encontrarlos a la noche. El canto del autillo en la buhardilla, las voces de los cárabos del monte, los gritos que pronuncia la lechuza y un eco de febril romanticismo…
          No sé si me tendrás por un fantástico. Lo cierto es que soy algo fantasioso y amante de advertir estos detalles que dan vida a la noche en primavera. No olvides asomarte a la ventana, pues ese Vigo tuyo, ante el Atlántico, esconde mil secretos sugerentes que debes descubrir como los niños.
          Saludos y un abrazo, buen amigo.

“El canto de los cárabos del monte”

2011
© José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

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