jueves, 16 de mayo de 2013

Canto eglógico

 
EL CABALLERO-. Quieren los altos castillos
de la mañana que nace
ver el bello desenlace
que alumbra con raros brillos.
PASTOR-. En los colores sencillos
se dibuja la belleza
que, si callada bosteza
la luz sobre las heladas,
las brisas ve alborotadas
el alba, si el alba empieza.

EL CABALLERO-. Pero también el ocaso
sabe de melancolías,
pues se consumen los días
y las horas a su paso.
PASTOR-. Y, con ese sol escaso,
el inocente pastor
suele cantar el dolor
que ya lamentó a la aurora
por culpa de una pastora
que pagó con desamor.

EL CABALLERO-. Y, sin ser corrrespondido,
desde la misma alborada,
triste lo ve la majada,
falto de paz y vencido.
PASTOR-. Y quien, por amor herido,
se deshace en el lamento,
suele ser aire en el viento,
si es el viento su pesar,
que su vida y su llorar
mal pueden ser su alimento.

EL CABALLERO-. Dejar el amor quisiera
el corazón malherido
que, si suspira vencido,
al suspirar se acelera.
PASTOR-. Es dolorosa la espera
para quien, enamorado,
se confiesa en el estado
y se rinde al desvarío.
EL CABALLERO-. Del amor poco me fío,
pues su dolor me ha cansado.

Y, como es harto sagaz,
quiero esquivarlo y no puedo.
PASTOR-. Pero la paz del hayedo
en tanta tormenta es paz.
Y es que ese pobre rapaz
es un niño ciego y triste.
EL CABALLERO-. Nada al amor se resiste,
aunque resulte jovial,
porque es veneneo su mal
y su instinto siempre insiste.

PASTOR-. Raro mal es el amo
que, gustoso, nos maltrata.
EL CABALLERO-. Si con su pena no mata,
es por causar más dolor.
PASTOR-. Retirar quiere el favor
a quien más lo habrá sentido.
EL CABALLERO-. Por sus flechas el vencido
sufre la desesperanza.
PASTOR-. Quiere el amor la mudanza
de la suerte y el olvido.

EL CABALLERO-. Quiere el alma más reposo,
mayor bien y más descanso
junto al arroyo que, manso,
sigue su cauce dichoso.
PASTOR-. Siempre el amor doloroso
torna las horas del día
de singular alegría
en la tristeza callada.
EL CABALLERO-. Puede la misma alborada
sucumbir a su osadía.

Y, in pecar de valiente,
porque nos dice la ciencia
que es contrario a la prudencia
hablar insensatamente,
diré el amor imprudente
si es el instinto maldito
por el que lloro, si grito;
por el que grito, si lloro,
que, faltando a mi decoro,
siento el ánimo marchito.

PASTOR-. Raro pincel el amor,
que, con cada plenilunio,
pinta triste el infortunio,
pues se jacta en el dolor.
EL CABALLERO-. No ha de faltar el rigor
con que, dichoso, nos hiere,
pues a su gusto prefiere
ver dureza y sufrimiento,
pues es malo y avariento
con quien en su poder muere.

PASTOR-. ¡Oh, dulce calma callada
en ese bosque frondoso
donde sueña su reposo
triste el alma enamorada!
EL CABALLERO-. ¡Oh, silenciosa majada
donde duerme, cada día,
la voz de la brisa fría
que sospecha en el dolor
otro flechazo de amor,
lleno de melancolía!
PASTOR-. Y es que, falto el corazón
de esperanza y de bondad,
se vuelve en la soledad
al llanto y la desazón.
EL CABALLERO-. Es el amor la traición
que quiebra, con veleidades,
los amores y bondades
que siente el ánimo bello
ante su claro destello,
que todo son mezquindades.

Ha de ser compadecido
quien por amores lamenta
haber perdido la cuenta
de cuanto va consumido.
PASTOR-. Ha de verse arrepentido
quien al amor se regala,
quien sigue la senda mala
de su metira y rigor.
EL CABALLERO-. Ha de llorar con dolor
quien sube por esa escala.

Y es que el amor traicionero
premia con la desazón.
PASTOR-. Si es el amor la tración,
es acaso un embustero,
pues, como hace el halconero,
no ha de amarrar los halcones.
EL CABALLERO-. Son las mismas emociones,
contradiciendo la ciencia,
las que piden la obediencia
en tan osucras prisiones.

Y los rumores maldigo,
pues, perdida la bonanza,
me consuela esta venganza
de la que no me desdigo.
Mas, como el triste mendigo,
por el amor obligado,
soy un pobre enamorado
a costa de no querer,
con lo que pierdo mi ser
en un querer quebrantado.

Así soy triste lamento
y, como el mismo pastor,
me lamento del amor
junto al quejumbroso viento.
Y, olvidando el alimento
que hace falta en la otoñada,
me alimenta la alborada
con la luz resplandeciente,
cuando se mira en mi frente
la mañana enamorada.

PASTOR-. Del amor también vencido
me he venido a lamentar,
que todo es siempre penar
a causa de ese bandido.
EL CABALLERO-. Bajo el cielo ennegrecido
en que se mira cobarde,
huye ya el sol sin alarde,
temiendo al amor maldito.
PASTOR-. Es el amor gran delito
para quien de él non se guarde.

¡Oh, raro llanto callado
que llaman el mal de amor,
porque, lleno de dolor,
suele ser tan alabado!
Pero, por él maltratado,
todo es llanto el pecho mío,
que, llorando a su albedrío,
olvida ya su linaje,
porque falto de coraje,
se abandona el poderío.

Si quiere el amor ser muerte
a costa de ser esquivo,
lleno de amor, pero vivo,
vivo buscando esa suerte.
Y porque la vida advierte
que presta la muerte acecha,
vivo huyendo de la flecha
con la que hiere el amor
a quien toma a su favor
y canta su triste endecha.

PASTOR-. Si, con estar despachado
del amor más encendido,
se hace grito mi gemido
donde su mal no he callado,
pues sabido es que es malvado
el que teje los amores,
evitar quiero dolores
que no servirán de nada,
pues es senda desgraciada
para tristes amadores.

EL CABALLERO-. Y es que el amor, en su abrazo,
se hace más cruel y más fuerte,
si prometiendo la muerte,
no mata su latigazo.
Porque, si enlaza en su lazo
al que delirante vive,
mayores galas recibe
de dominar al amante,
porque, con dolor constante,
tantas desgracias escribe.


Y así me admiro cansado
del amor que me destierra,
que en esta prisión me encierra,
pues que vivo desterrado.
PASTOR-. Un caballero expulsado
de los más altos castillos
a estos parajes sencillos
donde llorar con ternura
el encierro en la locura,
preso de amor y sus grillos.


Triste canto el del amor
cuando se enseña dichoso,
que, embustero y mentiroso,
es cruel y causa dolor.
EL CABALLERO-. Triste y mezquino el favor,
si es que favores ofrece,
pues su castigo merece
quien es cruel, mas no quien mira
al amor, cuando suspira,
y por amores perece
Y porque el amor lo quiere
llora en esta sierra, herido,
el caballero vencido
por el amor que lo hiere.
Y, en su desdicha prefiere
sentir en su carne el dardo
y en este paisaje pardo
y estas tardes otoñales
lamentar penas iguales
a las que gustoso aguardo.

Que por eso he de decir
que, si bien soy caballero,
por el amor embustero
me he venido a repetir.
Y, venturoso al servir
como sirven los pastores,
soy pastor cuyos amores
ha venido aquí a cantar,
que no es mucho lamentar
cuando llegan los albores.

PASTOR-. Nunca falta en el paisaje
quien nos llegue con lamentos
a cantar los descontentos
que se encienden con coraje.
Es el amor abordaje
del espíritu vencido,
cuando se mira encendido
pero falto de valor,
porque sabe que el amor
con sus flechas lo ha vencido.

PASTOR-. Escuchan los castañares
el cantar del arroyuelo
que, cantando el desconsuelo,
corre en busca de los mares,
que, si en sus raros altares
quiso cazarlo el amor,
huyendo de tal rigor,
supo correr con viveza
entre la densa maleza
que lo guarda del calor.


EL CABALLERO-. Saben seguir los helechos
el canto de tanta brisa
que lamenta sin sonrisa
sus dolores y despechos,
que, entre quereres desechos
y tristezas y dolor,
huyendo de tal rigor,
quieren correr con viveza
entre la densa maleza
que los guarda del calor.


PASTOR-. Y dicen los ruiseñores
del dolor que han de sentir,
hasta el punto de morir,
los que viven en amores,
que, con ser raros favores,
los favores del amor,
huyendo de tal rigor,
saben correr con viveza
entre la densa maleza
que los guarda del calor.


EL CABALLERO-. Que ya se escucha la orilla,
cuando canta, con dulzura,
entre la verde espesura,
en la maleza sencilla,
que, si el amor maravilla
a quien quiere su dolor,
huyendo de tal rigor,
saben correr con viveza
entre la densa maleza
que los guarda del calor.
Que, en la orilla, silencioso,
canta el arroyo que grita
la palabra nunca escrita
para un corazón hermoso,
y, si quiso, generoso,
entregarse por amor,
huyendo de tal rigor,
supo correr con gran viveza
el arroyo en la maleza
que lo guarda del calor.


2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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