lunes, 20 de mayo de 2013

El alba desataron de sus crines

          Dejaron los orfebres oro bello
en el correr veloz de los corceles
que el alba destararon de sus crines,
y, entonces, desnudándote en la fuente,
tu piel hallé, su brillo, sus contornos,
regalo a las miradas atrevidas
que huyeron de mis ojos alevosas.
           Dejaron los orfebres oro bello
en el correr veloz de los corceles
que el alba destararon de sus crines,
y, entonces, al mojar el blanco seno,
tu piel hallé, su brillo, sus contornos,
regalo a las miradas atrevidas
que huyeron de mis ojos alevosas.
         Dejaron los orfebres oro bello
en el correr veloz de los corceles
que el alba destararon de sus crines,
y, entonces, empapada en agua pura.
tu piel hallé, su brillo, sus contornos,
regalo a las miradas atrevidas
que huyeron de mis ojos alevosas.
        Dejaron los orfebres oro bello
en el correr veloz de los corceles
que el alba destararon de sus crines,
y, entonces, al fijarme en tu cadera,
tu piel hallé, su brillo, sus contornos,
regalo a las miradas atrevidas
que huyeron de mis ojos alevosas.
          Dejaron los orfebres oro bello
en el correr veloz de los corceles
que el alba destararon de sus crines,
y, entonces, contemplando tu cintura,
tu piel hallé, su brillo, sus contornos,
regalo a las miradas atrevidas
que huyeron de mis ojos alevosas.
         Dejaron los orfebres oro bello
en el correr veloz de los corceles
que el alba destararon de sus crines,
y, entonces, con anhelo de tus labios,
tu piel hallé, su brillo, sus contornos,
regalo a las miradas atrevidas
que huyeron de mis ojos alevosas.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez 

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