miércoles, 29 de mayo de 2013

Die Walküre/La Valkiria



Después de perdonar al desdichado
que Wotan destinó para la muerte,
huyó en su garañón de la batalla
Brunilda, temerosa de su padre:
tras ver en la mirada de Sigmundo
aquel dolor, sintió, compadecida,
el fuego que se enciende con bravura
y sufre su derrota en el combate.

La roca donde esperan sus hermanas
se esconde tras las brumas de la tarde
y es el lugar idóneo, si es que teme
al dios que la persigue enfurecido.
Y pide suplicante que la ayuden
las diosas inmortales, que se espantan
oyendo su relato y las razones
que fueron causa a su desobediencia.

El padre de la guerra la descubre
y ordena a sus hermanas que se vayan,
pues es momento ya de los reproches
y él odia la traición y la mentira:
debió matar al joven aguerrido,
clavándole la lanza, destrozando
el pecho embravecido por la lucha 
que enciende su tesón voluntarioso.

Mas pronto ella responde plañidera,
sin esperar perdón del duro padre
que no ve otro camino que el castigo
para solucionar la grave afrenta:
rodeada por el fuego más ardiente,
la virgen, la muchacha, la guerrera
en ese sueño denso y tenebroso,
espera al caballero más sagrado.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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