lunes, 20 de mayo de 2013

Fugacidad de la vida



            El tiempo corre firme,
huyendo de la vida
que siente, entre lamentos,
que todo es pasajero en este mundo,
y sabe que se lanza hacia el vacío,
en un precipitarse
que no tendrá perdón, pues, con apuro,
habrá de ser espuma en el torrente
que quiere, en su capricho,
la muerte, silenciosa ciando aguarda.
            El tiempo corre firme,
huyendo de la vida
que siente, entre lamentos,
que nada permanece, que se angustia,
sabiendo que la muerte es su destino,
que espera, cadencioso,
en un lugar sin nombre, donde el polvo
suspende sus penurias en el aire,
si el aire es aire acaso,
en estos reinos tristes de la nada.
            El tiempo corre firme,
huyendo de la vida
que siente, entre lamentos,
que el ánimo febril que desfallece
no puede, como antaño, ser orgullo,
y, con su escudo, rinde
las armas que defienden su grandeza,
la lanza, las espadas, los puñales
que sirven, en combate,
al fiel guerrero herido en la batalla.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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