martes, 21 de mayo de 2013

Del mar

El sueño que pronuncia, perezosa,
la brisa que recorre los parajes
callados de las costas más abruptas
tal vez es el silencio puesto en boca
de los pesqueros tristes de los muelles.

Tras horas de fatigas y cansancio,
los viejos marineros, agotados, 
regresan a sus casas, a la tarde,
heridos por el viento, la jornada
y el trágico arañazo del salitre.

Las olas, con sus mágicos vaivenes,
se muestran hoy calmadas, bajo un cielo
cambiante las más veces, si la altura,
mostrándose serena, ve las nubes
cargadas que preludian la tormenta.

Las tardes, entre tanto, maravillan
a los bañistas ricos que, aburridos
de su lugar de origen, vienen siempre
buscando el mar que gusta, en el verano,
de hacerse ver sereno, manso y dócil.

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
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