Los bosques
en Asturias, llegados los otoños,
se enseñan con más luces que el resto de los bosques,
y el verde de las hojas acaba convirtiéndose
en ocres y rojizos que lloran con tristeza.
Quizás en
las montañas la nieve de las cumbres
convierte en un desierto los densos pastizales,
y acaso los granizos esconden los senderos
a quienes se aventuran en riscos y calizas.
Quizás los precipicios se
lanzan a lo loco
con ánimo imprudente, en muros verticales,
y acaso las espumas saludan, en las playas,
a rocas que, desnudas, soportan sus ataques.
Los bosques
en Asturias, llegados los otoños,
se enseñan con más luces que el resto de los bosques,
y el verde de las hojas acaba convirtiéndose
en ocres y rojizos que lloran con tristeza.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
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