Soneto
La luz del sol se admira en las
colinas
que bañan
lentas aguas danubianas
que saben
reflejar de las mañanas
las llamas
entre brumas y neblinas.
Parecen encenderse y, mortecinas,
hablar de
alegres horas que, lozanas,
el sol
vieron llegar cuando, tempranas,
sus
llamas se extendieron peregrinas.
Y bello fue ese rizo de colores
que ardió,
lleno de luz, en los jardines
que saben
recibir el nuevo día.
Sus notas dejó al aire a los albores
el beso
de los cálidos violines
que
Schagerl embrujó con su alegría.
2013 ©
José Ramón Muñiz Álvarez
.
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