Für Erich Schagerl, mit ganzen Herzen
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La vieja catedral de San Esteban
escucha los violines callejeros
que dejan sus susurros en el aire.
La lluvia, al descender sobre el asfalto,
empaña el aire mismo, y su sonido
se mezcla con el beso de la música.
Y es cierto que si Mozart está muerto
el alma de la música revive
y se hace cotidiana para todos.
Pues un divertimento dice mucho,
si suenan los cuartetos por las calles
y se hacen escenarios las aceras.
Los viejos repertorios del Barroco
contrastan con lo clásico y romántico,
que suelen ser frecuentes a la tarde.
Lo saben quienes siguen su camino
escucha los violines callejeros
que dejan en el aire sus susurros.
Y caiga ya la nieve o el granizo,
no han de faltar en Viena los compases
que llenen a la gente de alegría.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
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La vieja catedral de San Esteban
escucha los violines callejeros
que dejan sus susurros en el aire.
La lluvia, al descender sobre el asfalto,
empaña el aire mismo, y su sonido
se mezcla con el beso de la música.
Y es cierto que si Mozart está muerto
el alma de la música revive
y se hace cotidiana para todos.
Pues un divertimento dice mucho,
si suenan los cuartetos por las calles
y se hacen escenarios las aceras.
Los viejos repertorios del Barroco
contrastan con lo clásico y romántico,
que suelen ser frecuentes a la tarde.
Lo saben quienes siguen su camino
escucha los violines callejeros
que dejan en el aire sus susurros.
Y caiga ya la nieve o el granizo,
no han de faltar en Viena los compases
que llenen a la gente de alegría.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
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