domingo, 25 de agosto de 2013

Balada del caballero

BALADA DEL CABALLERO”

            El amo del señorío
como quien se va a la guerra,
en la altura de la sierra,
su voz levantó con brío.
Y, entre las nieves y el frío,
llamando a la dulce amada,
rompió el sueño de la helada
que, ignorando su belleza,
vio en silencio la maleza,
al despertar la alborada.
            Por la senda al caballero,
entre cuitas y querellas,
vieron correr las estrellas
bajo su raro lucero.
Que, como el rayo primero
que arranca de madrugada,
rompió el sueño de la helada
que, ignorando su belleza,
vio en silencio la maleza,
al despertar la alborada.
            Y, sabiendo que el camino
era un tramo peligroso,
no lo vieron temeroso
en su paso repentino.
Que el arroyo cristalino,
sin sospechar su llegada,
rompió el sueño de la helada
que, ignorando su belleza,
vio en silencio la belleza
al despertar la alborada.
            Su luz mostró soberano
el sol en la lejanía,
que acaso la brisa fría
su brillo alcanzó temprano.
Y, mirando en lo lejano
el color de la nevada,
rompió el sueño de la helada
que, ignorando su belleza,
vio en silencio la maleza,
al despertar la alborada.
            Quebró, corriendo la altura
el gris callado del cielo
un puñal en cuyo vuelo
brillaba la luz más pura.
Que, al descubrir su figura
sobre la nieve cuajada,
rasgó el sueño de la helada
que, ignorando su belleza,
vio en silencio la maleza
al despertar la alborada.
            Y, al alzarse su reflejo
con un aire misterioso,
en el espacio brumoso,
su rayo dejó bermejo.
Que, siendo callado espejo
de la mañana dorada,
durmió el sueño de la helada
que, ignorando su belleza,
vio en silencio la maleza
al despertar la alborada.


2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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