domingo, 25 de agosto de 2013

Romance del duque





ROMANCE DEL DUQUE
Romance

        Temprano despertó el duque,
que, luchando con fiereza,
los años pierde de vida
en combatir tristes guerras.
        Las tropas, aunque son fieles,
combaten mal porque yerran
en combatir enemigos
que en número les superan.
        Que, por mucho que lo intenten,
poca cosa es lo que intentan,
siendo tanto el enemigo
que a los valientes desprecia.
        Y, viendo cómo en el combate
no se acaba, la contienda
al joven llena de rabia
cuando mira en esa almena.
        Porque es justa la victoria
como premio al que la quiera
como pago a su coraje,
mas se alarga la contienda.
        Y con estos pensamientos
de los amores se acuerda,
porque los amores tiene
donde otra lucha gobierna:
        la del día con la noche,
si la noche desalienta,
o la noche con el día,
si es que la luz amedrenta.
        Que la alborada que mira
es la que ve su princesa,
a quien con ánimo dulce
ha de decirle su endecha.
        Por eso al alba le pide
que llevar sus nuevas quiera
y sus dictados el viento
con su soplo se los lleva:
        “Quiera, en la altura del cielo,
cuando la luz llega clara,
porque de la guerra sepa,
nuevas darle la mañana
        a los más hermosos ojos
que la luz supo del alba,
cuando, asomada a los cielos,
pudo admirar su mirada.
        Quiera, en la altura del cielo,
al llegar la luz del día,
porque de la guerra sepa,
llevar en su voz albricias,
        a los más hermosos ojos
que supo la brisa fría,
asomada a las alturas,
admirar a quien la mira.
        Quiera, en la altura del cielo,
al despuntar la mañana,
porque de la guerra sepa,
nuevas darle la alborada
        a los más hermosos ojos
que la luz supo callada,
si se asomaba a los cielos,
por, desde el cielo, mirarla.
        Quiera, en la altura del cielo,
al llegar las frescas brisas,
porque sepa de la guerra,
llevarle aquestas noticias,
        a los más hermosos ojos
que supo la amanecida,
asomada a las alturas,
por mirarla, si la mira.
        Quiera, en la altura del cielo,
viendo el alba en lo lejano,
porque de la guerra sepa,
nuevas darle, en su palacio,
        a los más hermosos ojos
que la luz halló temprano,
si a los cielos se asomaba,
solamente por mirarlos.
        Quiera, en la altura del cielo,
al llegar el viento frío,
porque sepa de la guerra,
decirle lo sucedido,
        a los más hermosos ojos
que, en el paraje sombrío,
sospechan estas querellas
de quien se siente vencido.
        Quiera, en la altura del cielo,
si al cielo enciende su rayo,
porque de la guerra sepa,
contarle sucesos claros
        a los más hermosos ojos
que, mirándose en el lago,
por ver el puro reflejo,
mira el cielo reflejado.
        Quiera, en la altura del cielo,
si el cielo enciende con brío,
porque de la guerra sepa,
la verdad dar por aviso
        a los más hermosos ojos
que, mirándose en el río,
por ver el reflejo puro,
mira cielos encendidos”.


2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael y Jimena"

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