domingo, 25 de agosto de 2013

No pudo soportar la noche triste


        No pudo soportar la noche triste,
sabiendo las auroras en los labios,
el beso solitario de la helada.
        Y el beso solitario de la helada,
supuso en las caricias de la noche
el fruto de la voz de la injusticia.
         Y el fruto de la voz de la injusticia,
la cárcel de un castigo inmerecido,
hablaba de la escarcha solitaria.
         Y hablaba de la escarcha solitaria
la brisa al conocer tales rencores,
herida por puñales invisibles.
         Y herida por puñales invisibles,
dejó de iluminar la noche oscura
los páramos callados de la noche.
         Los páramos callados de la noche
del hielo que, poblando sus lugares,
no pudo soportar la noche triste.


2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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