domingo, 25 de agosto de 2013

Romance


Romance

        La luz despertó en el cielo
como quien, lleno de gracia,
las hermosuras del mundo
desde la altura reclama.
        Que en las aguas su reflejo
hallar pudo la muchacha,
que a la fuente con el cántaro
acostumbra de mañana.
        Y, al contemplar el reflejo
que cuajó en la fuente clara,
no supuso la inocente
de los labios que la aguardan.
        Que así cantó los amores
en que el pecho vil abrasa,
si no sus tiernos deseos,
sus profundas esperanzas.
        “Ay, reflejos de la fuente,
cuando mi pecho se abrasa,
porque es el pecho la fuente
de las pasiones del alma.
        Si me decís del regreso
de quien, siendo mi esperanza,
partió lejos, a otros reinos,
a las tierras más lejanas.
        Ay, reflejos de la fuente,
cuando, con gran gallardía,
porque es el pecho la fuente
arde en el alma la vida.
        Si me decís del regreso
de quien busca el alma mía,
porque, dejándome sola,
se partió a la lejanía.
        Ay, reflejos de la fuente,
porque la fuente es gallarda,
que si la fuente es el pecho,
arde la vida en el alma.
        Si me decís del regreso
de quien se fue a tierra extraña,
porque, dejándome sola,
partió en busca de otra patria.
        Ay, reflejos de la fuente,
porque la fuente es la mía,
que si la fuente es el pecho,
es el pecho llama viva.
        Si me decís del regreso
de quien, con gran osadía,
aquí me ve solitaria,
ante la fuente más fría.”

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

"Poemas para Mael y Jimena"

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