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ROMANCE
La
soledad de los bosques
La soledad vio y, dichoso,
al
hallar aquellos bosques
sus
pasos en el sendero
perdió,
por buscar el norte.
Porque, perdido en el valle,
el
helecho vio de bronce,
malherido
del otoño,
porque
lo quiso la noche.
Que como el prudente suele
escapar
de los rigores,
del
amor quiso fugarse,
sin
comprender sus razones.
Pues que estar enamorado
no
es cosa de grandes goces,
si
el amor es poderoso
y
ella nunca corresponde.
Y, buscando aquellas sierras,
al
tiempo que el sol se pone,
oye
el canto del mochuelo
mientras
las sombras recorre.
“Quieran mi voz, bien atentos,
escucharme,
en estos bosques
del
arroyuelo el sonido
y
de las aves las voces.
Que vengo aquí despojado,
sin
querer que me despojen,
huyendo
de la corona
que
ciñen ya los amores.
Pues no he de servir al trono
de
las maldades mayores
que
Cupido alegre teje,
porque
me tiene en su corte.
De esta manera, me escapo
de
las oscuras razones
que
mi pecho ven enfermo
de
un mal que no se conoce.
Y así, a esta tierra venido,
cansado
del duro roce
del
amor que me maltrata,
he
llegado a estas regiones”.
Quiere la noche que pierda
sus
pasos en sus mansiones
y
en los oscuros pasillos
que
esconder saben su nombre.
Porque no han de darle paso
a
quien a ciegas recorre
las
alcobas del silencio
en
esas habitaciones.
Y halla la luna e el claro,
que
con mirarla en la noche,
supone,
salvado en parte,
que
el descanso corresponde.
Porque atrás queda el camino,
porque
son duros los trotes,
si
es que no se va a caballo
por
esos lejanos montes.
Y, del cansancio rendido,
del
viento siente el azote,
sin
impedir que los sueños
le
dicten estas razones:
“Quieran, dijo, estar atentos,
a
lo que digo estos bosques,
y
el sonido del arroyo,
pues
se escuchan sus rumores.
Que aquí despojado vengo,
y,
confundido en la noche,
huyo
de ser despojado
de
mi orgullo por amores.
Que no quiero hacer servicio
a
quien con flechas impone
ser
el rey de los imperios,
y
el más diestro con arpones.
Que de esta forma atrás queda
la
negra suerte en su corte
de
donde vengo escapando,
pues
nos poco que él me odie.
Y así, a esta tierra venido,
perdido
por estos bosques,
del
amor digo, con odio,
cuáles
son sus intenciones”.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael y Jimena"
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