domingo, 25 de agosto de 2013

Serenamente



        Es bello caminar serenamente, mirar correr el tiempo sin apuro no lejos de los mares sosegados. La luz amenazada del verano sospecha que el otoño se aproxima con un bostezo lento y melancólico. La espuma de las olas moribundas que llegan a las playas se confiesa con un susurro triste, mortecino. Y el puerto duerme siempre solitario, custodio de las lanchas y pesqueros que salen al romper la madrugada.
            Es bello caminar y ver el cielo, sabiendo respirar el aire puro que embriaga el mar salobre de la zona. Acaso las gaviotas no han perdido los ritos ancestrales de otros tiempos y siguen con su escándalo molesto. Algunas lanchas tornan por un ponto cuajado de secretos y misterios que no quieren hablar a la conciencia. Y admiro, en lo lejano, los cordales alzados a lo lejos, donde el Sueve se esconde en la neblina de mañana.
         Es bello caminar, sentir la brisa, su aliento perezoso y bullanguero, que pide libertad como el más joven. Quizás traen estos meses de verano palabras que evidencian la derrota de aquellas primaveras ambiciosas. Herida por el sol, a la mañana, vencida por el fuego del verano, la vida quiso acaso refrescarse. El caerá después del mediodía, sin desmentir el eco del destino que suelen denunciar tantos ocasos.
            Mirando desde el cabo pueden verse los mares que, forjando sus imperios, regalan sus azules más intensos…

2013 © José Ramón Muñiz Álvarez

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