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“Por los caminos oscuros”
Romance
Por los oscuros caminos
que cubrieron los
helechos,
en su yegua, con
tristezas,
avanzaba el
caballero.
Y es pura melancolía,
que lo aflige el
sentimiento
de sus llantos,
si lamenta
los amores y
desprecios.
Y, con verse en ese estado,
ya que lo derrota
un ciego,
odia al niño que
lo hiere,
pues el amor es
burlesco.
Y, al avanzar, habla solo,
que lo escucha el
arroyuelo,
si los amores
lamenta
que su orgullo
ayer hirieron.
Y, porque siempre en los bosques
ha de anidar el
misterio,
una voz lo llamó
pronto,
desde el fondo
del hayedo.
“No dirás que no te advierte,
en contra de
tantos bríos,
la prudencia, si
es prudencia
quien te manda
tal aviso.
Porque el amor traicionero
ya te tiene a su
albedrío,
y prisionero te
sientes
a costa de ser
cautivo.
Que no hay mal que bienes haga,
y, siendo el amor
dañino,
estando en su
cautiverio
no hallarás feliz
destino”.
“Dices bien y es buen consejo,
y lo dices como
amigo,
que bien sabes
que te escucho
con el ánimo de
amigo.
Y huyendo el amor tan triste,
siendo del dolor
testigo,
no te espantes,
si tu nombre
te pregunto y tu
apellido”.
“No quieras saber mi nombre,
que no hace al
caso, y lo sabes,
pues es justo,
amigo mío,
no llorar las
penas tales.
Y, pues eres hombre noble,
sabes bien que
son más graves
las burlas que el
amor teje
y los bienes que
deshace.
Por eso yo te aconsejo
que te alejes de
su alcance,
y, partiendo de
su imperio,
hacia otros
reinos escapes”.
“Dices bien y te agradezco,
ya que al camino
le sales,
que los peligros
me adviertas
y me digas las
verdades.
Y, para olvidar las penas,
no es el ánimo
cobarde,
que todo amor en
la guerra
acaba por
olvidarse”.
“No dirás que no te advierte,
pues es cosa mal
pensada,
buscar el bien en
la muerte
ni en el campo de
batalla.
Porque el amor traicionero
tiene poderosa
espada,
y prisionero hace
el noble
teniendo mejores
armas.
Que no hay mal que bienes quiera,
y, siendo el amor
la daga,
es su puñal
peligroso
como el filo de
la espada”.
“Dices bien y es buen consejo,
y es muy noble tu
llamada,
que bien sabes
que te escucho
como a un amigo
del alma.
Y huyendo el amor tan triste
y sin buscar la
batalla,
no te espantes,
si tu nombre
la voluntad te
demanda”.
“No quieras saber mi nombre,
que no hace al
caso, y no debes
por mi alcurnia
preguntarte,
ni curarte de mi
gente.
Y, pues eres hombre noble,
sabes maneras
corteses
contra el amor
que deshace
la dicha que el
Cielo teje.
Por eso yo te aconsejo
que de su alcance
te alejes,
y, partiendo de
su imperio,
hacia otros
reinos te llegues”.
“Dices bien y te agradezco,
que estas cosas
aconsejes,
que los peligros
me adviertas
y me digas tantos
bienes.
Y, para olvidar las penas,
por hacer lo que
conviene,
olvidaré amor y
guerra,
pues es sabio y
es prudente”.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
"Poemas para Mael y Jimena"
"Poemas para Mael y Jimena"
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