Qué llantos y
terrores, qué violencia la que alza, contemplando lo lejano la luz más
interior, cuando se asume que ya pasó la edad de los jazmines, que vienen
nuevos meses de ventisca, que todo ha de mostrarse sepultado después de que la
helada nos sepulte. No pudo ya pasar, con su agonía, la extraña sensación de
que la vida corrió, con rapidez, hacia la nada, dejada en ese mar donde es
ahogo, pues sabe bien el viento que respiro que sé de la amenaza de la escarcha
que viene a dibujar, impertinente, su hielo, su maldad y sus desiertos.
Y el viento,
en su caricia, voló raudo, cantando otra canción, otra balada.
2013 © José Ramón Muñiz Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario