“El que va de romería”
Hablemos del desengaño
como suele, con contento,
el que entona ya el acento
para denunciar el daño.
Y no es caso tan extraño
para haber tanto demente,
porque sé de
tanta gente
que insiste
en la tontería,
y el que va a
la romería
muchas veces
se arrepiente.
Y, pues bueno es ser sensato
y mostrarse con prudencia,
no es el beber buena ciencia
ni para el agua es el gato.
Pero, si en ese arrebato,
existe quien
bebe un mar,
diré yo, como
solía,
que el que va
de romería
lo tendrá que
lamentar.
Y, si sabrosa es la llama
en que se enciende el licor,
será el placer más dolor
para el que en sí lo derrama.
Será como el mar que brama
lo que tenga en la cabeza,
porque
siempre fue torpeza
beber tan en
demasía,
y el que va a
la romería
con la bebida
tropieza.
De esta manera es consejo
que siempre tendrá valor
no ingerir mucho licor
y ser sabio como el viejo.
Y, si acaso es que el pellejo
del buen vino os apetece,
pensad que
siempre perece
el necio por
su osadía,
si es que va
de romería
y en la
barrica amanece.
Y si dicen que nos cura
esta infausta medicina,
os diré que contamina
lo que el alma tiene pura.
Porque sabed que la apura
el más triste enamorado
presto a
olvidar, derrotado
por esa
melancolía
que lo ve en
la romería
como un chuzo
alborotado.
2015 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Sonetos y otras trovas de los
siglos”
Segunda parte: “Otras trovas”
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