“Suele el mundo murmurar"
Suele el mundo murmurar
y es dichoso el que murmura,
que, murmurando, se apura
lo que se puede contar.
Pero el caso es que, al hablar
la verdad de cada historia,
dicen los
viejos labriegos
que aquí paz
y después gloria.
Por esa razón es bueno
advertir que los rumores,
entre las gentes mejores
no debieran ser veneno.
Y, de ser comento ameno,
si decirlo no concibo,
será lo mejor
gritaros:
“¡cada
mochuelo a su olivo!”.
Porque saben los rumores
extenderse en cada plaza,
que así la verdad desplaza
la llama de sus furores.
Que a los buenos labradores,
a pesar de su memoria,
dicen siempre
a los más mozos
que aquí paz
y después gloria.
Y, pues la gente comenta,
temer tanto a un letrillero
no es lo justo, que no es fiero
quien no sale de la cuenta.
En todo caso, si intenta
criticar lo que yo escribo,
he de gritar,
con enojo,
“¡cada
mochuelo a su olivo!”.
De modo que es repetir
cuanto os digo y cuanto sé,
pues es, a lo que se ve,
mi manera de decir.
Y, si hablar es delinquir,
de una razón amatoria
dicen las
viejas del pueblo
que aquí paz
y después gloria.
Y, aunque a mí no me interesa
deshacerme de enemigos,
no escribiré a los testigos
con la mejor letra impresa.
Que, si luego a alguien le pesa,
puesto está el pie en el estribo
para decir al
que venga:
“¡cada
mochuelo a su olivo!”.
Pues se sabe que es verdad
que toda verdad mentida
es la razón de la vida,
sin ser una falsedad.
Y es bueno por caridad,
en cada cosa notoria,
olvidar lo
sucedido
y aquí paz y
después gloria.
Y, al acabar el relato
de forma desenfadada,
no he de enojaros en nada
si no me vendo barato.
El caso es que mi recato
da para más, pues esquivo,
digo a la
gente que pasa:
“¡cada
mochuelo a su olivo!”.
2015 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Sonetos y otras trovas de los
siglos”
Segunda parte: “Otras trovas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario