“Las densas humedades”
Las
densas humedades
que vieron en
los bosques
las gentes
del pasado
regresan
nuevamente en el otoño,
hablándonos
quizás de esas nostalgias
que viven
atrapadas en el sueño,
que hieren
con su aliento,
dejado atrás,
perdido,
como un
fantasma serio
que corre por
los grises y las sombras
que saben
recordarnos que no somos
y no habremos
de ser lo que ya fuimos.
Son
esas humedades
que se hacen
melancólicas,
tal vez
desconcertantes,
llegados a
una edad en que no somos
tan viejos
para vernos como ancianos
ni vive en
nuestro ser el alma joven
que vieron
los castaños,
los robles de
la zona,
tal vez los
eucaliptos
de una niñez
lejana y peregrina,
viajera,
aventurera en el camino
del tiempo
que, sin prisas, nos estafa.
Son
esas humedades
que vuelan,
como un guiño,
mostrando su
reflejo
y el brillo
de la luz, más bien escasa
que llega al
sotobosque, que se filtra
igual que en
las vidrieras de la iglesia,
cayendo
suavemente,
llenando la
negrura
de aquellas
catedrales
que vieron
esos siglos del pasado,
lejano y
extraviado como aquellos
momentos de
niñez que se nos fugan.
Son
esas humedades
que arrancan,
con apuro,
dolores en el
pecho,
igual que ese
disparo que destroza
la vida de
los malos en novelas
que no hemos
de buscar en bibliotecas,
si vienen a
anunciarnos
los fieros
cañonazos
del viejo
bucanero
que ataca, ya
al final de la película,
los barcos de
una armada mal armada
que escapa
sin orgullo por los mares.
2015 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Sonetos y otras trovas de los
siglos”
Segunda parte: “Otras trovas”
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