martes, 11 de diciembre de 2012

Es testigo la alborada




ES TESTIGO LA ALBORADA

Es testigo la alborada
de mi pena y mis dolores
por los súbitos amores
que trajo ayer la invernada.
Como la nieve cuajada,
ángel lleno de pureza,
es su voz, cuando bosteza
con su aliento delirante,
que por su aliento el amante
sabe llorar su tristeza.

Y, pues es este mi estado,
poco queda que decir,
salvo que espero morir
y no quiero ser vengado.
Llora aquí el triste apartado
todo mal, todo furor
que capricho es del amor
para quien amores siente
a la vera de la fuente
de transparente color.

Y no importa que el trasiego
que me impone este camino
sepa que el amor mezquino
un vendaval el de fuego.
Un mar ignoto navego
en estos dulces paisajes
que saben de mis corajes,
mis ansiedades y penas
que escuchan las azucenas
y conocen los follajes.

Y pues es este mi llanto,
la razón de mi tormento
hace brotar un lamento
de mi boca como un canto.
Parece que el aire santo
siente un hálito invernizo
que refresca con granizo
la sinrazón de la vida
para curar esta herida
que mis ánimos deshizo.

2012 © José Ramón Muñiz Álvarez
“Canciones de un trovador”
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

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