NO
PUEDE HALLAR REGOCIJO
No
puede hallar regocijo
el
corazón desairado
si,
tras verse traicionado,
otro
infortunio predijo.
En
el pecho siempre fijo
ha
de mostrar el dolor,
porque
suele el desamor
dar
pesar hasta la muerte,
y
morir puede ser suerte,
que
es esquivar su favor.
Que,
cuando nace el albor
todo
son melancolías,
y
esas raras melodías,
esos
himnos al amor,
canta
con mucho dolor,
quien
goza de sus quimeras,
que,
si tristes las esperas,
no
faltándoles engaño,
entregadas
a su daño,
lloran
las luces primeras.
Las
angustiosas esperas
que
no responde la dama
como
lágrimas derrama
en
las más verdes riberas.
Y,
con sus flechas primeras,
teniendo
su corta edad,
nunca
concede piedad
Cupido
en sus mezquindades.
Mucho
pueden las beldades
que
no tienen caridad.
He
de decir que, en verdad,
son
las mujeres malvadas,
como
raras alboradas
que
alumbran con claridad.
Pero
tal barbaridad
consagran
a los desdenes.
que
la ruina es de los bienes
la
mujer por quien suspira,
el
que se rinde y delira,
acariciando
sus sienes.
2012 © José
Ramón Muñiz Álvarez
“Canciones de
un trovador”
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
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