NACIÓ
LA MAÑANA
Nació
la mañana
sobre
los hayedos,
y
en la clara fuente
admiró
su espejo,
bello como el día,
claro como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
Y,
al ver la alborada
que
brilla a lo lejos,
pasó
en su caballo
aquel
caballero,
bello como el día,
claro como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
La
voz fatigada,
los
labios sedientos,
beber
en la fuente
dos
ojos lo vieron,
bello como el día,
claro como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
Y,
frescas las aguas
en
los labios secos,
también
a las sienes
les
dio su refresco,
bello como el día,
claro como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
Dos
ojos que miran
y,
siempre en silencio,
esperan,
pues temen
a
los caballeros,
bellos como el día,
claros como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
Y
él sabe que miran
aquellos
ojuelos,
temerosos
antes
y
tranquilos luego,
bellos como el día,
claros como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
Y
nada les dice,
y
sigue bebiendo
las
aguas del caño
que
le dan refresco,
bello como el día,
claros como el cielo,
cuando las mozuelas
van al arroyuelo.
2012 © José
Ramón Muñiz Álvarez
“Canciones de
un trovador”
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
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