domingo, 16 de diciembre de 2012

Supo el viento caprichoso



Supo el capricho del viento,
en las horas matinales,
ver los paisajes nivales,
sometidos a su aliento.
Y, con un callado acento
y en actitud soberana,
el pincel de la mañana
dibujó la luz del día,
cuyo brillo se encendía
bajo su llama temprana.


Y descubrió su castillo,
contemplando nieve y hielo,
en las alturas del cielo,
admirando tanto brillo.
Y, viendo el prado sencillo
y la nieve y su pureza,
quiso cantar la belleza
del invierno sosegado
en el desierto callado
de la nieve en la maleza.

Que, corriendo tras los mares
y viajando entre las sierras,
alcanzó calladas tierras
y regiones singulares.
Y, en apartados lugares,
con silencio y con desgana,
el pincel de la mañana
dibujó la luz del día,
cuyo brillo se encendía
bajo su llama temprana.


Y aquellos lugares bellos
rozó el alba que nacía,
cuando, con la brisa fría,
besó el viento sus destellos.
Y, al bañar su soplo en ellos
con fatiga y con tristeza,
quiso cantar la belleza
del invierno sosegado
en el desierto callado
de la nieve en la maleza.

José Ramón Muñiz Álvarez
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